sábado, 6 de septiembre de 2008

MANCHA

Iba sentado en los asientos del fondo del 152. Un hombre de gorra me daba la espalda. Estaba de pie, agarrado al pasamano y dejaba pasar a la gente que bajaba tocándoles levemente la espalda. A su lado esperaba un viejo que tenía un tick en los labios. Parecía ser su padre.
-¡O bajas o te quedas arriba, pero a mí no me tocás! –le dijo claramente una señora con cara de enojada, justo antes de bajar.

Recién ahí salí de mi trance (todo esto lo observaba en fuera de foco, mientras pensaba en los ravioles que me esperaban casa), y presté atención. ¿Por qué el grito? ¿Era para tanto? Quería indagar en la cara del hombre de gorra para ver si encontraba rastros perversos en sus ojos, pero sólo veía su nuca. Acerqué mi nariz a su espalda y lo olfateé sutilmente buscando olor a depravado. No sentí nada. Me di cuenta que no podría reconocer el olor a depravado si lo sintiera, porque nunca conocí a ninguno (hay amigos que prometen, pero todavía no califican). Quizás huelen a nada.

La siguiente parada era la mía. No sabía si el hombre de gorra me iba a rozar la espalda, y si eso significaría contagiarme o sentir algo semejante a una violación. Esperé pacientemente hasta que el colectivo se detuvo, y sorpresivamente lo ví bajar primero, ayudando al viejo a descender con él.

Apenas llegó a la vereda se abalanzó sobre una mujer que pasaba, tocándola en el hombro. La señora se dio vuelta sobresaltada y el hombre de gorra pidió disculpas. Debió haberla confundido con su tía, o algo parecido. Llegué a verle a cara: el tipo era pariente cercano de Carlos Belloso en alguno de sus personajes oscuros. Pasaron a su lado tres mujeres y él las tocó con su dedo índice sin que se dieran cuenta. Fue casi imperceptible. Pensé que se había quedado con bronca por no haber podido tocar a la mujer del colectivo, y ahora se estaba desquitando en grande.

Mi sorpresa creció mientras caminaba detrás suyo, observándolo. El hombre de gorra avanzaba aferrado a su viejo, y no se privaba de tocar a todas las mujeres que caminaban a su alrededor. Era como un juego macabro. Las rozaba con el dedo en el hombro, la espalda, la mano. Ellas se daban vuelta, lo miraban raro y él pedía perdón.
En una ocasión reaccionó tarde, sus reflejos fallaron y para no perdérsela puso el piecito porque la guacha se le escapaba. La hizo trastabillar, casi caerse.
-¿Qué hacés? ¿Estás loco?
El hombre de gorra bajó la cabeza y puso cara de disculpas.

Llegué a la esquina dónde tenía que cruzar, y lo vi alejarse de a poco. El viejo caminaba a su lado, despacio. Me imaginé un batallón de mujeres corriendo a los gritos hacia él. Me lo imaginé esperándolas en el medio del patio del colegio, brazos y ojos abiertos, con esa expresión tan Carlos Belloso. El hombre de gorra evitando que lo eludieran al pasar. Como si estuvieran jugando a la mancha: ellas corriendo, él corriéndo detrás, hasta tocarlas, correrse, y dejarlas manchadas.

5 comentarios:

Libreta de flores dijo...

qué escalofriante.
te pasan cosas en el colectivo a vos.
yo una vez viajé con un belloso que se iba cambiando de asiento acechando a las mujeres. se ubicaba al lado de una, la miraba fijamente un poco y al rato se mudaba con otra.
me acuerdo que me dio miedo, intriga y una pizca de gracia.

cabezademotor dijo...

En los colectivos pasan muchas cosas raras. A mi una vez me quisieron matar con un revólver, pero zafé porque tenía los documentos. Otra vez, un chino me vomitó el pantalón y parte del estuche del bajo. Para terminar con mis experiencias bondileras, una vez ví cómo mi papá acogotaba al colectivero hasta casi matarlo porque no le había abierto la puerta en su parada. Cada viaje es una historia.

Leandro Katz dijo...

Una vez subió un tipo a pedir plata que tenía dificultades para hablar y se manejaba por señas. Daba pena. La gente le empezó a dar y en la mitad del viaje ya se lo escuchó en voz baja que decía "gracias" a un pasajero.
Cuando se estaba bajando dijo, "chau, muchas gracias" y se fue. En el colectivo todos se quedaron murmurando horrorizados. El tipo nos había engañado a todos. Y nunca entendí la necesidad de revelar el truco al final.

Firulo dijo...

Una siente culpa, pero a veces sospecha. Yo dudo del tipo del subte que no tiene brazos, y camina con las mangas colgando. Pero es más ancho de lo que debería, y con visión de rayos x me lo imagino con los brazos atados al cuerpo y metidos hasta dentro del pantalón.

Libreta de flores dijo...

acabo de reparar en la parte qe dice "correrse y dejarlas manchadas". más escalofríos.

vi la comedia de la vida.
mi personaje preferido: la gorda.