jueves, 24 de febrero de 2011

VIRUS

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Meter el pentdrive en una computadora de locutorio
es como coger sin forro con una prostituta.
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lunes, 14 de febrero de 2011

LA PATATA FLOTANTE

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Ayer volvía hacia mi casa en bici después de medianoche
y a las dos cuadras la vi. Como nunca. Y me detuve.
Era una patata iluminada desde adentro. Tan cerca.
En el medio de la Avenida Cabildo, flotando,
a la altura de los edificios petisos.
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Me reí solo.
Traté de buscar un cómplice,
una señora que pasara por la calle,
el conductor del automovil vecino,
un perro callejero con sensibilidad exacerbada,
pero no.
Nadie.
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Todavía no podía creer que esa era la luna.
Nunca había visto a la luna de esa manera.
Amarilla, a medio hacer, redondeada, inclinada,
con todo su contorno a la vista, y sus pozos,
viniendo hacia nosotros, tan cerca, tan patata.
Pasaron tres semáforos y seguía sin saber qué hacer.
Volví.
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Llegué al Matienzo e insistí para que salieran.
Fui con la Joan Gasper hasta cruzar la avenida y la vimos.
-Esa no es la luna, es un cartel publicitario -dijo.
-¿Flotando en medio de la calle? ¿Con forma de papa?
Es como si los edificios de veredas opuestas la tuvieran entre ceja y ceja. Nunca la vi a esa altura. Nunca la vi tan cerca.
-Pues que esa no es la luna y ya. Es otra cosa.
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La dejé ahí mismo esperando con su vaso de cerveza y mi bicicleta.
Fui a buscar más testigos. Facu y su amigo se vinieron conmigo.
Cuando llegamos se veía menos. Se había corrido hacia la derecha.
Ahora la tapaba un edificio.
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Tomé mi bici y salí a buscarla.
Llegué a las dos cuadras y seguía escondiéndose.
Cada vez más.
Cuanto más pedaleaba, más se veía tan solo el resplandor,
su estela cotra un edificio, su sombra hecha luz.
No la vi más.
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Pedealée las treinta cuadras mirando hacia arriba.
Buscándola. Sea lo que sea que haya sido.
Había visto una película con extraterrestres. Ok.
Pero yo la vi. ¿Alguien más la vio así?
¿Me la tengo que llevar conmigo para siempre?
A veces, compartir es fundamental.
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Llegué a mi nueva casa y subí a la terraza.
Recorrí las cuatro esquinas del edificio.
Subí una segunda escalera, de fierro, pegada a la pared,
que lleva hasta los tanques de agua.
Desde ahí, me quedé contemplando a la ciudad toda.
Iluminada, estrellada, edificada, completa.
Sin luna.
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No se qué fue lo que pasó,
pero al menos encontré el lugar
desde donde veré mi ciudad
desde ahora en adelante
en noches así.
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Para sentirla mía,
aferrado a una escalera.
Para sentime parte,
con el viento en la remera.
Pensando en una luna,
que fue solo mía.
Y que solo ella sabe,
de quién más será.

jueves, 3 de febrero de 2011

LA VERDAD DE LA MEDIALUNA

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Señora en la panadería:
Dame diez medialunas.
Un segundo, dos segundos, tres..
Sabés qué? Dame una docena y ya, qué tanto.
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Comparto la sensación.
No se por qué,
cuando pido facturas,
siento la presión
de pedir por docenas.
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Si se dividen así,
porque siempre fue así,
debería salir más barato el combo.
Pero pedir doce o diez,
en proporción, es lo mismo.
Sigo sin entenderlo.

martes, 1 de febrero de 2011

MUDANZA

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Yo suelo ser más Tyler Durden:
las cosas no me importan,
mi traje no me define.
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Con esto de la mudanza últimamente
me siento muy Edward Norton.
El disfrute de ver catálogos
y querer eso y eso y eso.
El dolor de poder solo eso.
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Estuve pensando al respecto.
Teniendo el cuenta el costo
de equipar una casa desde cero
creo que es buen negocio casarme.
¿Voluntarias?