miércoles, 26 de octubre de 2011

COSAS QUE TE CUENTO PARA QUE SUEÑES

Cerrá los ojos. Yo no voy a abrir los míos.
Te voy a contar la antesala de mi sueño,
para que soñemos lo mismo.
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Un aguaviva violeta.
Baila en el océano.
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Son varias.
Todas llevan pollera.
Con voladitos rosas.
Que se inflan y desinflan.
Mientras bailan para arriba.
Como Marilyn Monroe.
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Bailan las aguas vivas violetas en pollera.
Son feas, pero a ellas no les importa.
Por qué son feas me preguntás?
Sus cabezas son muy grandes,
y las polleras muy pequeñas.
Están desproporcionadas.
Pero ellas bailan.
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Hay peces que pasan por abajo.
Y les miran las polleras.
Cuando se inflan les ven todo.
Saben que son feas.
Pero las miran.
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Un calamar gigante.
No quiere trabajar.
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Flota en las profundidades.
Flota solo y estira los brazos.
Como desperezándose.
Todo alrededor es azul.
Oscuro.
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Es un calamar gigante.
Y vago.
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Ya no quiere atacar a los barcos.
Ni recibir las astillas de los arpones
que les arrojan los marineros.
Desesperados.
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Él solo flota en las profundidades.
Y canta adentro de su cabeza.
De calamar.
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Sin saber
que los otros calamares
GIGANTES
no lo soportan.
Y se quejan de él.
Y traman contra él.
Que flota desprevenido.
Cantando por adentro.
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Todos debemos trabajar.
Y atacar a los barcos.
Para que los hombres
tengan miedo
de bajar a las profundidades.
Ellos no deben saber el secreto
que guardamos en el fondo.
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Todos debemos trabajar.
Para guardar el secreto.
Es nuestro deber.
Como Calamares Gigantes.
Él también.
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Pero él sigue flotando.
Desinteresado y desprevenido.
Hasta que siente los golpes.
Que generan los tajos.
Y se hunde profundo.
Hacia lo oscuro.
Dejando en el camino
un reguero de tinta,
como sangre negra.
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Con fuerzas aprovecha,
y escribe el secreto
con su tinta sangre
para que otros peces
lo lean y comenten
mientras él se hunde
y se hunde.
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Pero los Calamares Gigantes
atraviesan su trayecto
borroneando su mensaje
que permanecerá oculto
por los tiempos de los tiempos.
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Ellos lo acompañan
hasta que toque el piso
del océano.
Cumpliendo su trabajo.
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Pluc!

domingo, 16 de octubre de 2011

ADUANA

Estoy rodeado de negros. De traje, de jogging, de uniforme de azafata. El sudor de los negros huele distinto. Eso no lo sabía. Ahora lo sé, porque la aduana es un caldo. Criadero de aromas. La gente que llega trae consigo un viaje largo en el cuerpo y espera aquí, impaciente, la decisión final de los que mandan.

Algunos no pasarán. Estados Unidos es de esas minas creídas que miran de arriba abajo al candidato y no tienen mayor problema en descartarlos, romperles el alma, darse vuelta y seguir conversando con una amiga. Ellos lo saben. Por eso sudan, a la espera.

Especialmente ese negro; el que es parecido a Shaquille O´Neal. Se lo deben decir seguido. Todos los negros corpulentos de más de dos metros deben soportar que les griten un ¡Shaquille! de pasada cada tanto. O tal vez no. Para hacerle un chiste a semejante señor hay que estar muy seguro de que tiene sentido del humor. Ahora mismo no me arriesgaría, por ejemplo. Parece tener un inconveniente con su valija o le faltan un par de papeles. No me gustaría que se enoje. ¡Pero qué olor! A cuerpo en remojo. Voy a tener que empezar a respirar por la boca y concentrarme, porque si me distraigo se me abre la nariz de vuelta. Yo me conozco.

Mirá, el negro tiene una pelusa blanca en la barba. Mejor no se lo digo. Es invasión de privacidad y no conozco los códigos de este país. Lo que no entiendo es por qué con semejante tamaño usa ropa holgada. La remera le tapa el culo y los joggings se doblan a la altura de la zapatilla, como una toalla tirada. Si me dice que no encontró de su talle no le creo. En una persona como yo eso se comprende, a veces preferimos pantalones largos antes que comprar en la sección de niños, pero lo de Shaquile es inaudito. Porque para colmo se eleva todavía más con sus zapatillas deportivas, que tienen una cámara de aire cual zapato con plataforma. ¿Enorme no lo conforma? ¿Necesita ser gigante? ¿Tan inseguro es?

Tal vez lo hace para intimidar. Y, sin embargo, está inquieto el negro. Se siente pequeño ante la autoridad. Quiere ser amable con el oficial que estudia su caso. Lo tiene retenido, y eso nos retiene a todos. Yo ya me estoy poniendo nervioso. Desde el momento en que la rubia quiso colarse desesperada en migraciones porque iba a perder su vuelo, una alarma se activó en mi cabeza. ¿Puedo perder MI vuelo? Yo saqué el pasaje suponiendo que ellos contemplan los tiempos como para que los trámites en la escala no impidan que tomemos el avión que debemos tomar. La rubia me generó la duda. Una hora parece poco tiempo. Más teniendo en cuenta que ya pasó media y al negro lo siguen mirando raro. Falta que le quieran revisar la cámara de aire de las megazapatillas, el tipo se retove y todos los azules de la aduana trabajen en equipo para contenerlo. Por algo llevan armas. Puf, ¡qué olor!

Uy, un niño negro en traje gris! Es precioso. Debe ser hijo de un pastor, sino no se entiende que le pongan un minitraje. En una de esas el negrito viene por un casamiento, como yo. ¿Está mal decir negrito? ¿Es ofensivo? Debería existir un diminutivo para africanoamericano. Si pretenden que adoptemos el término, colaboren con la causa. ¿Afam? Suena mal. Yo puedo decir negro porque no discrimino a la gente por su raza. La discrimino por su nivel de educación. Los que saben deletrear vaivén, hipotálamo, hábaco y bacalao sin faltas de ortografía pueden mudarse a una isla bien lejos de mí. No tolero a la gente perfecta. Tan tensos, sin sorpresas. ¡No se puede tener todo bajo control, cerebritos, por más información que asimilen!

Por la boca, te dije que respires por la boca. Pensé que todos los de mi vuelo harían esta combinación pero no hay ninguno. Me confié. Ahí el de sombrero llama al viejo de uniforme para preguntar algo. Parecés gitano, sombrerito, el avión te hizo mal. ¿Qué dice abuelito? ¿You´re not gonna make it? ¿Got to take next one? Eso no me tranquiliza. ¡Dale negro! Resignate, no te van a dejar entrar. Dale, dale, dale. Puto, puto, puto.

El problema es que estos tipos son obsesivos. Control freaks. Te estudian los ojos, el pasaporte, el olor, las intenciones. Usan guantes de latex para no tocarte, por si tenés sarna o antrax. Y por la forma que te miran pareciera que eso fue un reclamo gremial, no era obligatorio. Los tipos exigieron los guantes para no tener que tocar a la lacra del mundo que pretende entrar a su paisito. Pero yo se la verdad. Tengo talento para leer a la gente. Todos los que trabajan acá son tristes, gordos, solos, raros. No son populares en la ciudad. Por eso eligieron este trabajo, para sentirse superiores. Piensan: no soy el contacto de celular de nadie, pero al menos soy mejor que estas ratas sucias extranjeras antiamericanas. Sí, el uniforme tiene sus ventajas. Hay gente que nunca conseguiría ese respeto al sacárselo. Pero es mula. Yo quiero ganarme ese respeto sin uniforme.

Pucha, que es tarde. Faltan quince minutos. No voy a llegar y no hay nadie para tranquilizarme. Estoy solo. Acá no soy nadie. ¿Y allá? Allá tampoco soy nadie, pero al menos se que bondi tomarme para llegar a casa. ¡No! No digas eso. Un puñado de gente te quiere y otros tantos saben tu nombre. Y ni hablar de los que te te tienen de algún lado, que más de una vez me vieron cara conocida. Allá soy más que nadie. Es este país que me amedrenta. Empiezan por la aduana, los turros, pero no me van a tirar abajo. Yo soy ARGENTINO papá. Tengo que tener el ego tan izado como la bandera para seguir generando los prejuicios que enemistan a los porteños con el interior del país.
-¿Fernandou?
¡Al fin! Mi turno.

El negro pasó, qué sorpresa. Mirá cómo empuja las valijas lo más pancho. ¿Y este gordito cuarentón en uniforme? ¿Por qué me sonríe tan amablemente? Parecía un texano y resultó ser un amor. ¿Cómo puede sonreír así a las seis de la mañana? ¿Realmente disfruta su trabajo o tuvo un buen día? Este tipo no es normal. ¿Que tiene en la cabeza? ¿Habrá tenido un mañanero? Nah, si tiene cara de vivir con la madre.

-¿A qué venís Fernandou?
-A la boda de mi hermano.
-Ajá. ¿Es ciudadano o residente?
-Ciudadano.
-¿Consiguió la ciudadanía por trabajo?
No digas que fue casándose con la misma mujer con la que se va a casar ahora, divorcio de por medio.
-Creo que sí.
-¿Qué hace?
-Vende productos ilegales por internet.
-…
-Espere, olvide lo último.
-¿Y vos a qué te dedicás?
-Soy escritor/director.
Es la primera vez que lo digo y me da vergüenza. ¿Lo soy?
-Siga por allá.
-Thank you, friend.

Listo el pollo. No corras. En la aduana hay que comportarse como saliendo de un negocio al que acabás de robar algo: despacio, con confianza, pensando en otra cosa. ¿Ya pasó? Ahora sí: Nueva York, allá vamos... corriendo.