martes, 20 de octubre de 2009

PLAN TANDIL - DIA 1

10.30hs Como debe ser, el viaje integrador del Club Cultural Matienzo hacia Tandil parte puntualmente desde el Club Cultural Matienzo. Luz, cual diva, llega cola de perro. Pero a diferencia de otras divas -como algunos de los chicos, tan coquetos y avant garde- ella entiende que en materia de ropa es preferible estar cómodo antes que ser fachero. Pequeña ilusión: quizás pueda ser dandi con mi jogging mugroso.

10.46hs Desde el auto trasero observamos el cuarteto del auto delantero: Nacho y Juan + Camille y Luz. Entrecerrando los ojos nos parece ver una estrategia.

11.21hs Me toca cebar el mate dulce, responsabilidad del acompañante. Nunca fui buen cebador, sin contar las veces que me cebo a mi mismo. Pero eso es distinto. Ahí no es con la yerba sino por la hierba. Cebar parece sencillo, pero los fundamentalistas del mate siempre me hicieron sentir que hay una ciencia oculta detrás del arte de tirar agüita caliente con cierta puntería. Me doy cuenta cuando Gore se enchastra el pulóver porque le serví hasta el tope. Nota: en un auto, menos es más.

12.38hs Hacemos balance del primer año del Club y Gore establece su prioridad:
-Quiero que me den ganas de cagar en Matienzo!
Sabri admite que ella cagó y no le gustó. Yo no comento, pero también cagué. Fue un cago express y paranoico. La puerta de un baño nunca debería estar lejos del inodoro. Menos cuando no tiene traba. ¿Y por qué muchas puertas de baños vienen con vidrio? No me importa que la característica del vidrio impida que se vean figuras detalladas. ¿Para qué, me querés decir, para qué?

12.54hs Quiero hacer pis, pero me aguanto en espera de una estación de servicio.

14.07hs Pasamos una estación por despistados. Me dicen de esperar la próxima.

14.18hs Quiero hacer pis. Lo digo en voz alta. Me piden que aguante un toque.

14.25hs
Tengoqueaguantartengoqueaguantartengoqueaguantartengoqueagua

14.31hs Entiendo que mi control mental no tiene razón de ser. ¿Por qué no parar a un costado? ¿Mi sufrimiento los hará llegar dos minutos antes? Ellos me tratan de flojo, quieren pasarme una botella vacía, dicen que parar en la banquina es peligroso. Mentiras!

14.35hs Frená la reconcha de tu madre, frená. Hijo de remil puta.

14.36hs Ahh. (Suspiro)

14.38hs Por fin puedo pensar en otra cosa. Elijo sonreír por Pablito Aimar en la selección y repasar mis tres buenas jugadas de la semana pasada en mi torneo amateur de fútbol once. El viaje por un momento se transforma en un Ego Trip.
Banda sonora: Me encontré una chica en la plaza… (de 2’)

16.42 Llegamos a Tandil. Nos reciben Agus y Pau, la parejita que llegó en micro. El complejo que alquilamos tiene buena cuota de naturaleza y cabañitas. Parece la comunidad de Lost o la aldea de Los Pitufos. Ya sea como Charly o Pitufo Cinéfilo, siento que encajo.

17.33 La parejita estuvo piola y ya analizó virtudes y defectos de cada cama matrimonial. Una viene con tribuna. En el mismo cuarto hay una cama marinera lista para recibir espectadores. Me imagino durmiendo en la de arriba, alentando hasta que el sexo ocurra. Luego podría aprovechar mi visual para dar indicaciones. Y si me tiro a la pileta desde ahí tendrían que sumarme. Aunque dicen que la matrimonial de las orgías es la del living, porque está en un lugar de paso. El que pase por ahí está a un paso de participar. Nota: tomarlo con tranquilidad. Paso a paso. Brutos y ansiosos no pegan en las orgías.

17.47hs Cerrar los ojos con el solcito en plena cara tiene un efecto similar al que me generaba de chico despertarme en la camita con el sonido de la aspiradora o las nebulizaciones de mi hermano en el cuarto. Se siente como un abrazo imaginario.

18.23hs Paula cuenta algunos datos de interés sobre los gatitos recién nacidos. Parece que se quedan inmóviles por nueve días hasta que de pronto despabilan todos juntos y salen a aventurarse al mundo. En lo de su amigo uno apareció de pronto en la cocina.
-¿Y vos qué hacés acá? –le preguntaron.
Subieron a ver y estaban todos desparramados por ahí. Una tablita de madera cayó sin querer sobre dos gatitos que murieron al instante.
-Fue un horror! –recuerda Pau.
Las chicas la consuelan con ojos vidriosos. Los hombres somos de piedra. Aunque siento que Juan se está conteniendo para no perder su condición de macho. Así se confirma definitivamente que los gatos no tienen nueve vidas. ¿O eran siete? Lo cierto es que, a diferencia de otros gatos muertos que he conocido, esta vez sí puedo estar seguro de que no sufrieron antes todas las otras muertes. En nueve días podés morirte durmiendo alguna que otra vez, pero más de cinco veces no da. No te la creo.

21.42hs El primer quién es quién subjetivo es un éxito. Lo armé con fotos de todos nosotros para ver cuánto nos conocemos. Y resulta que bastante, porque en el primer partido ellos adivinaron a Luz y nosotros por un pelito no le pegamos a Gaby.
-No puedo creer que me adivinaron! –se sorprendió Luz, sintiéndose querida. Para ella fue un momento tan groso, que luego lo tuvimos que hacer canción.
Algunas preguntas divertidas que dejó el juego: ¿Prefiere perro o gato? ¿Si fuera superhéroe sería fortachón o de los que vuelan? ¿Se cree invencible? ¿Si fuera jugador de futbol y le sale la oportunidad se va a Europa y deja a la familia? ¿Coje en la primera cita? ¿Obse o relax? ¿Hace caso? ¿Planifica el festejo de gol? ¿En el sexo: arriba o abajo? ¿Si fuera perro, ladraría por ladrar? ¿Se mira mas de cinco veces al espejo por día? ¿Se disfrazaría por fanatismo? ¿Te come un pancho de parado? ¿Personal o comunidad Movistar? ¿Te trepa un árbol por puro gusto?

23.12hs Los hombres preparamos el fogón para el asado. Las mujeres Dios sabe qué andarán haciendo en una de las cabañas. Si Dios sabe, y es lo que pensamos, es un pervertido. Por si acaso no es lo que pensamos, juntamos las manos alrededor del fuego y cerramos los ojos deseando que se estén tocando.

23.24hs Gore se hizo cargo del asado. La entraña está entrañable. Más rica, imposible. Pero la estrella parece ser la morcilla. Siento que mi empecinamiento de comer morcilla en cada asado durante años y a pesar de que no me convencían está basado en el recuerdo de una morcilla parecida a esta, una década atrás. ¿Eso significa que acabo de firmar otra década de morcillas gomosas? No me importa. Hoy soy feliz.

23.42hs Juan regresa luego de chequear si nuestro deseo se había cumplido. Cuenta que abrió la puerta del cuarto y vio a Camille acostada boca abajo en la matrimonial y Paula rodando sobre ella perpendicularmente. Las demás alentaban desde la tribuna. Lo llamaban el enrolamiento y parecía ser placentero para ambas participantes.
-¿Pero por qué con ropa? –preguntó Juan.
Lo echaron por pudor. Estuvimos cerca, nos faltó un poco de fuerza en el deseo.

23.58hs Llegan otros dos autos. Estamos casi todos. Mañana será otro día. Otro post.

jueves, 8 de octubre de 2009

PODER

Yo ya estaba más que conforme. Siempre me conformo a eso de las cuatro de la mañana. Pero ellos querían seguir. Hay que seguir, que seguir. En esa época nos juntábamos todos los viernes en un bar a tomar cerveza. Era de esos bares-kioscos que tienen afuera mesas de plástico con sombrillas que dicen frigor, y adentro gaseosas de pomelo marca pindapoy para que el vino pase más fácil.

Mientras el melli y Juan compraban las últimas botellas para llevar antes de que el bar cerrara, yo los miraba con las manos en los bolsillos, el frío en las mejillas y el cerebro doblado. La sensación de que en cualquier momento caía al piso. Había que concentrarse. Y eso que había caído tarde y de sorpresa, como de costumbre. Después que alguno haya gastado sus monedas en la rockola para establecer el clima (cumbia o roquenrol); cuando la mesa ya contaba con unas quince botellas vacías, la típica discusión de fútbol por la mitad y varios chistes malignos con un mismo destinarario.
Quizás llegaba tarde para que ya tengan elegido al muchacho al que iban a tener de punto esa noche. Pero lo cierto es que ir o no ir para mi era una decisión de último momento. Yo era algo así como un freelance del grupo: nunca esperado, siempre bienvenido.

Salieron con seis botellas y ningún plan. Como acto reflejo fuimos al auto -estacionado en esa misma cuadra, sobre Libertador a unos metros del puente de la Av. Gral Paz-, pusimos música, abrimos las puertas y las cervezas. Seguimos nomás. Hasta el final final. Tomar por deporte. Porque somos jovenes, qué tanto. En algo tenían razón: la cumbia sin el alcohol no sería lo mismo. Incluso con el alcohol para mi no era lo mismo. Y se ve que para algún vecino tampoco, porque cayó la policía. Eran casi las cinco de la mañana.

El melli salió del auto hacia los dos hombres de uniforme. Los demás nos quedamos mirando, expectantes. Los policías hicieron exactamente lo que suelen hacer: uno se tomó todo su tiempo para mirar fijamente a los ojos mientras pidió los papeles (método de intimidación nº 1) y luego los examinó muy muy despacio, como un padre millonario observando el boletín de calificaciones del mocoso. El otro aguardaba un paso atrás, en posición de pichi. Pero el melli estaba tranquilo. Como si tuviera experiencia.

Encontraron el desliz y parecieron sonreír. Pero por dentro. La cédula verde estaba a nombre del hermano del melli (mejor conocido como "el melli"). La suya estaba extraviada en su casa y, en el apuro, él manoteó la cédula de su media naranja fraternal.
-No sos el titular pibe. Vamos a tener que llevar el auto nomás -dijo con total seriedad. Como si no supiéramos que esperaba la coima.
-Bueno, pero dejame sacar el estéreo antes, que ya se cómo son ustedes...
Epale! El melli se puso combativo. Cana principal abrió los ojos desorientado.
-Ojito eh... qué querés decir con eso?
-Ojito nada, te creés que voy a dejarles el estéreo servido? Así como así?

No teníamos chances de interferir. Estabamos un metro detrás, testigos del desastre por venir, con las cervezas sobrantes escondidas. El melli sacó su celular y marcó un número frente a los dos policías que demoraron un poco en reaccionar. A esto sí que no estaban acostumbrados.
-Hola viejo? Si, disculpame que te llame a esta hora... pero acá hay un cana que si no tuviera el arma encima lo cago a trompadas. Me quieren llevar el auto, viejo.
El policía (no el pichi, ese siempre silencioso y detrás) dio un paso al frente.
-No te voy a permitir..
-Discúlpeme! -celular en el oído, la otra mano alzada en señal de deténgase (con el índice en alto!)- No me interrumpa! Que acá estoy teniendo una conversación privada con mi padre.. no ve que estoy hablando? Sí viejo, si. Por nada, se quieren pasar de vivos.
-Nene, no se quién te pensás que... pero a mi me tratás con respeto.
El melli lo miró a los ojos extendiéndole el teléfono.
-Es mi papá. Quiere hablar con usted.
Esa no se la esperaba. Atendió nomás, para sacarse la curiosidad.
-Si... si... ajá -decía. Cada tanto lo miraba al melli, parado, manos en los costados, pera levantada. Y ahora qué vas a hacer?
-Está bien... muy bien.

El cana cortó el celular y lo devolvió con respeto.
-Zafaste pibe.
No dijo más. Se dio vuelta y le indicó al pichi la retirada. No los vovimos a ver.

Después me enteré que el padre de los mellis es Juez.
Y que eso es tener poder.