lunes, 8 de marzo de 2010

SAQSAYWAMAN

Pensé en Aquaman. No era de mis superhéroes favoritos -fuera del agua no valía dos mangos-, pero pensé en él. Es que sonaba parecido: Saqsaywaman. Así se llamaba la excursión que estabamos por hacer mientras esperabamos el veredicto sobre Machu Pichu. ¿Qué se puede esperar de una excursión-sala de espera? Aunque en una de esas Saqsaywaman era mejor de lo que me imaginaba. Un superhéroe inca, o algo por el estilo.

Si Saqsaywaman era superhéroe, tenía el poder de la ingenuidad. Eso concluimos luego de que Guido, el guía/el guía Guido contara que los españoles pasaron tres años haciéndose amigos de los incas hasta descubrir dónde guardaban el oro. Después armaron la grande. En este mismo campo verde, donde todavía queda la muralla de los confianzudos. Saqsaywaman. Así se llama el campo de batalla donde incas y españoles murieron por turnos.
-Significa halcón satisfecho -explica Guido el guía/el guía Guido -. Esos pájaros carroñeros se hicieron un festín con los cadaveres. Y con algunos que seguían vivos también -se ríe.
Yo también me río. Un poco porque me contagia, y otro poco porque al principio me imaginé a un inca con un traje de superhéroe blanco y amarillo y el dibujo de un halcón en la panza, y la cosa era más o menos al revés.

-Michi michi -señala Guido a una orquídea-. ¿Saben qué significa? Gato gato. Lo llaman así porque la flor parece un gato.
Por más que la miro desde distintos ángulos no lo veo. Michi michi, gato gato. Estos peruanos hacen lo que se les canta. Como decir que Cuzco desde arriba tiene forma de Puma. Lo marcan en los mapas con una línea roja para convencernos y ponen al costado el dibujito del animal. Pero hay que tener más imaginación que un niño para verlo. En un buen día puedo cederles que la ciudad parezca vagamente un animal de cuatro patas dibujado por un ciego con la zurda. Y esa imagen abstracta bien podría ser un perro, coyote o tigre de bengala. Debe ser que el puma es mejor animal de lo que pensaba.

-¿Cuánto sale el metro cuadrado en este zona? -pregunta Rochi.
-Algo así como cien dólares -arriesga Guido.
-Ah -dice ella súper interesada.
-¿Estás pensando en comprar? -pregunto yo.
-No, quería saber nomás.
En ese momento no imaginé que esa iba a ser la pregunta recurrente de Rochi en el viaje. Averiguará los precios del metro cuadrado de cada lugar al que vayamos como si trabajara en una inmobiliaria. Ese es el tipo de preguntas que definen al personaje de una película. Si incluyera a Rochi en uno de mis guiones, sería en el papel de la chica que pregunta precios de tierras que jamás va a comprar.

Después de tirarnos por un tobogán de piedra, Guido cuenta que existieron doce emperadores inca.
-Al 13 se lo conoce como el fantoche, porque ayudó a los españoles.
No sabía que mi querido alfajor había sido tan imperialista. resulta que cada emperador -narcicistas, todos- intentaba superar al anterior construyendo un mejor templo y palacio. Trasladaban piedras inmensas con el método arcilla-mojada-piedra-deslizante o el famoso piedra-grande-sobre-piedritas-chiquitas-rodantes.
Tardaron 77 años en hacer la muralla que estamos viendo.
-Y no había esclavos, ellos lo hacían contentos.
Debe ser muy fuerte una cultura para darse el lujo de tener esclavos sin necesidad de comprarse unos látigos.

Nuevo dato de interés: los incas tenían instituciones donde se cultibaban vírgenes. Lo opuesto a los conventos católicos, dónde surgen las más putitas. Estas vírgenes -de entre doce y dieciocho años- se llamaban vírgenes del sol y su objetivo final era ser sacrificadas cuando alguna catástrofe lo pidiera. Como si no fuera suficiente sacrificio ser vírgenes. Así, los incas calmaban a los dioses.
-Para ellas era un gran honor -explica Guido, que ya defendió el esclavismo hace un rato y empieza a parecer sospechoso. Me pregunto cómo tratará a su mujer en la casa. No parece un tipo que ayude a lavar los platos.
-Les hacían un tajo en la panza, sacaban todos sus organos y luego metían sus rodillas ahí dentro para enterrarlas en posición fetal.
Yo pensaba que no era una mala idea irnos como vinimos, pero el remate solía ser: por la concha. La idea era morir cojiendo, no morir con las rodillas en la tetas y sin haber tenido sexo en toda la vida.

Guido nos despide confesando que Machu Pichu era una zona de elite para nobles y religiosos. Lo dice como si supiera. Con razón no pudimos ir.

3 comentarios:

hanna dijo...

jajajaa... muy bueno y muy cierto lo de "En un buen día puedo cederles que la ciudad parezca vagamente un animal de cuatro patas dibujado por un ciego con la zurda."

nice post! pero más nice es tirarse del tobogàn de piedra, gracias por el recuerdo!
saludos!

Firulo dijo...

si ellos son felices viendo un puma, hay que dejarlos. vos tambien caiste del tobogan?

hanna dijo...

el tobogán es absolutamente fantástico, por suerte el día que fui llovía, para variar, y tuve la impunidad de tirarme repetidas veces sin ser juzgada por el público