viernes, 15 de mayo de 2009

DANI

Dani es alegre, hiperquinético y amigable. También es cheff, y cada noche, cuando termina su turno, se viene para el Jackpot Ferrer a jugar unos partidos de pool mientras descarga su energía en polvo.
En el trabajo todos saben de sus raciones diarias de cocaína. Su jefe en persona es el encargado de dibujar cinco líneas en una mesa antes de abrir el restorán para que sus empleados aspiren al éxito de un gran servicio.
En Ibiza la merca casi nunca es secreto.

Dani es petiso, habla buen inglés y se ríe como el Topo Gigio. Acostumbra llegar a mi bar a las tres de la mañana, cuando sólo quedan un par de jugadores en el salón y los vecinos chinos, que aterrizan después de cerrar su restorán.
A ellos no les molesta que salga de la barra y juegue un rato con Dani. Se conforman con que les preste el teléfono público, llene sus vasos de whisky y encienda la pornografía, así preparan el clima para pasar por el cabaret más adelante.

Cuando agarro una buena racha con las bolas, Dani aprovecha y pone un par de monedas en la tragaperra más cercana. Si gana, invita una ronda. Si pierde, no se hace problema. Sigue hablando solito y sin respirar.
Dani se encarga de las preguntas y también de las respuestas. La conversación es una competencia y él nunca quiere perder el protagonismo.
Yo le dejo ganar. Ya aprendí que dentro del Jackpot Ferrer la mejor estrategia es escuchar primero, y escribir después.

Anoche escuché y esta mañana escribí:

Dani todos los años pasa unos meses en una pequeña casita que se compró en Marruecos. A comienzos de abril viaja hacia allá, justo antes de empezar la temporada en Ibiza. Disfruta de la vida barata, se toma un descanso, y cuando llega el momento de irse agarra un huevo duro de hachís grande como una pelota de tenis, lo envuelve en un preservativo y se lo mete enterito por atrás. O bien compra litros y litros de agua, se traga veinte huevos pequeños, aguanta las arcadas y pasa la aduana. Después, caga en una bolsa y empieza a buscar. Así financia su contrabando para venta limitada y consumo personal.

Ya son las tres de la mañana. Ahí llega Dani, viene hacia la barra con una cara extraña y contenida. Saluda y se queda callado. Pide una cerveza, se acomoda el pelo. Está raro. ¿Será día de abstinencia?
-¿Qué pasa Dani?
-¿Cómo te has dado cuenta? –dice con una frágil mueca de sonrisa.
-Se te ve mal, ¿algún problema?
-Nada –dice, y le tiembla el labio de abajo, y se le ponen los ojos vidriosos. Es mi ex novia.

Según mi cuaderno de anotaciones, su ex novia es argentina, hermosa, posesiva y psicótica. Ella amenazó con denunciarlo cuando eran pareja y él traía las drogas de Marruecos. Lo llamó cien veces para que le explique por qué la dejó. Armó un escándalo en su trabajo, quiso meterse en su auto por la ventana y corrió como loca una cuadra y media después del arranque. Ella es capaz de golpear su cabeza contra una pared para decirle al policía que él la dejó así, que él le pega siempre. ¿Qué había hecho esta vez?

-Es que yo estaba trabajando tranquilo, eso es lo que estaba haciendo. ¿Cómo puede pasar esto?
-¿Pasar qué? –le pregunto mientras le acerco una servilleta de papel.
-Que me llame la Guardia Civil. A mí, al restorán. Porque ella robó el carro de su hermano, tomó unas pastillas y se escapó donde nadie la encuentre.

Dani estaba cocinando pescado esta noche, y no se detuvo a leer el mensaje de texto que llegó a su teléfono celular.
El mensaje decía:
Está todo hecho, ya tomé las pastillas, ya falta poco. Solo quiero saber por qué me dejaste.
Ahora Dani llora.

-Tranquilizate –lo calmo. Contame.
-Ella no atendía su móvil. ¡No atendía ningún llamado de su familia, joder! Había poco tiempo para encontrarla y la Guardia Civil me llamó a mí para que yo la llame, ¿entiendes? Yo tenía que llamarla y convencerla, para que ellos mientras tanto intervinieran su teléfono y lograran localizarla.

A él sí lo atendió y lo escuchó decirle no seas tonta, tú que eres tan linda, que tienes tanto a tu favor, por qué haces esto. A él sí le aceptó el encuentro en un bar para charlar, sólo por un rato.
Ella pudo salir de donde se escondía, aguantar el sueño definitivo y llegar a verlo. Entonces Dani le preguntó por qué, y ella le contestó por qué. Entonces Dani inventó conversaciones para mantenerla despierta, para que no se le apague la vida. Hasta que llegaron los hombres de uniforme y preguntaron ¿Usted es July? ¿Usted se quiere suicidar?. Y dijeron Venga con nosotros.

-Ya pasó Dani, ya pasó lo peor –le digo yo, la persona más cercana que encontró a las tres de la mañana.
Pero por más que lo intenta él parece no poder con su culpa, con sus manos temblorosas.
-Es que es preciosa esa chica, me encanta. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué me hace esto?

Y yo no sé que decirle. Pero él no necesita mis palabras. Sólo busca a alguien que vea sus lágrimas y las haga retroceder, al menos por esta noche. Mañana todo será un tormentoso recuerdo. Día de replanteo y plan a seguir. Hoy sólo queda conseguir dormirse. Así es que lo acompaño hasta la casa. Le ofrezco una invitación de billares, de porros, de lo que salga.
-Gracias Gerardo –dice-, pero creo que me iré a dormir. Gracias por todo.

Se va triste, pero más tranquilo. Se va y me deja esta sincera angustia. Espero haberle sido de ayuda. Es el cocainómano más agradable que tuve la suerte de conocer.

2 comentarios:

MQDLV dijo...

Te sale, Firulo, esto de relatar, eh. Me gustó. Algunos cocainomanos caen bien. Supongo que es porque -ya ves- son mucho más que eso. Como todos somos mucho más que esta cara. Joder!

Bia Consulting dijo...

Mi cocainomano preferido es Maradona.