lunes, 23 de marzo de 2009

A MI VIEJO ME LO GARCHO

Cuatro amigos de treinta y pico de años toman vino en un living sentados sobre una alfombra peluda. La mesa es bajita, tipo hindú, y dos de ellos tocan instrumentos musicales: un charango y dos timbales. La canción termina.

-A esta altura de tu vida, pasados los treinta... creés que ya superaste a tus padres?
-En qué sentido?
-Como persona.
-Depende. A nivel persona creo que lo superé, pero a nivel profesional me gana él. Es abogado, fue muy exitoso.
-Y a nivel persona le ganas ahí nomás?
-No, le gano por goleada. Tranquilo.
-Y a nivel profesional?
-Me rompe el orto.
-Miralo a Raúl eh, un titán tu viejo.
-Sí. Pero yo prefiero ganar como persona.

Toman un poco más de vino. Los instrumentos siguen mudos.

-Y vos? Cómo anda el partido con tu viejo?
-Parecido a él. Como persona me lo cojo de parado, pero como profesional él me hace el culo.
-Te lo hace con todos los chiches?
-Uf, sí. Me pone la mordaza en la boca y me la da duro por tres horas sin parar. Me queda el culo morado, violetáceo. No te olvides que Jorge, mi papá, es cirujano.
-Y entre Jorge y Raúl? Quién se coje a quién?
-Si me disculpan, creo que Jorge a Raúl se lo garcha violento, a lo sadomaso, con cuero negro, látigo, borcegos... toda la bola.
-Ojo, quizás como persona. Pero si medimos por la plata Raúl merece hacerle uno o dos perritos en un telo de esos que tienen espejos en el techo. Y Jorge se la tiene que tragar calladito eh, hasta el fondo, tocando campanita y sin escupir. Porque la plata habla y se hace valer.
-Y tu vieja?
-No, de mi vieja no hablemos. Es ama de casa, sumisa y un poco facha. Sería una escena demasiado depravada incluso para nosotros.

La risa tenía sus consecuencias: las imágenes aparecían como flashes sin control, y aunque no quisieran tenían que visualizarlas. Querían parar, pero ya era tarde.
Los timbales volvieron a sonar, como una posible solución. El charango marcó el ritmo, aunque sin la misma felicidad. Sabían que después de esa noche las escenas de sexo violento quedarían en sus memorias por muchos meses. Casi como si fueran ciertas. Y aprendieron que nadie, nunca, puede sacar beneficio alguno al atravesar la experiencia de ver a su padre con el pito parado.

1 comentario:

cabezademotor dijo...

Un poco retorcido, pero... muy interesante..., JAJAJAJA