martes, 3 de noviembre de 2009

PLAN TANDIL -DÍA 2

11.15hs Despierto en la cucheta de abajo de una cama marinera. Otras siete camas marineras me rodean. No veo a ningún marinero a la vista. Por un segundo me siento en un dormitorio de un campo de concentración. Afuera veo el campo, pero sospecho que no va a haber mucha concentración en este viaje. De pronto me asalta el recuerdo de las chicas rolando unas sobre otras. ¿De qué estábamos hablando?

13.24hs Recital improvisado de Los Talarga en la cocina.
Lista de temas:
1- Perro zombie
2-Te vamos a hacer chimi
3-Perro Paloma
4-El momento groso (nuevo tema!)
5-Autochoreo! (nuevo tema!)

15.35hs Luz reparte dibujos que representan nuestra esencia: la carta astral de cada uno. El dibujo es un círculo y lo atraviesan líneas rojas y azules por los cuatro hemisferios. Lo imprimió luego de bajarlo de internet. Eso significa que mi esencia, y la de los demás, siempre estuvo en internet. Sólo había que saber buscarla.

15.42hs Estoy contento. Intuyo que mis líneas tienen cierto orden, porque se entrecruzan por los cuatro hemisferios. Tengo un poquito de cada cosa. Le pregunto a Luz y ella lo confirma: resulta que soy equilibrado. Quisiera verle la cara cuando le cuente a mi psicóloga: tapa tapita tapón. Otros, sin embargo, tienen todas sus líneas concentradas en un mismo sector, lo que no quiere decir que sean peores. Quizás más concisos.

15.55hs Luz pasa a explicar ascendentes, soles, júpiter y la mar en coche. Comparamos dibujos y descubrimos que algunos son diametralmente opuestos. Juan, por ejemplo, es todo para adentro. Gore, todo para afuera. Juntos abarcan un Matienzo entero. Agus, por su parte, es la mitad faltante de Paula. Su media naranja.
-Es que juntos somos el universo entero –dice él.
Cuchi cú.

16.03hs Estamos todos alrededor de la mesa. Luz pregunta quién tiene la luna aquí, el marte allá. Vamos levantando las manos y de a poquito ella nos va desnudando. Lamentablemente, es una metáfora. Cada quién reacciona a su manera: algunos fingen desinterés, otros quieren ser los primeros en saber. Internamente todos concuerdan con el diagnóstico. Gore va en pos del fin grupal, Maia gusta de gente brillante, el norte de Mati es la profesión, Agus debería dedicarse al placer de la belleza, yo tiendo a refugiarme en las matemáticas y así. Cada vez somos menos desconocidos.

16.12hs Lo que empezó como un divertimento se torna algo más profundo, personal, espeso. Muchos prefieren el silencio. Paula pide pido contra los comentarios chistosos. Me doy cuenta que señalar es de mala educación, especialmente en los vestuarios y las reuniones tapperware de carta astral. Me sumo a esos muchos y al silencio lo tapa únicamente la lluvia. Queremos verla por la ventana y mirarnos para adentro al mismo tiempo, pero somos más de quince y no hay suficientes ventanas. Cuando llega mi turno, veo gotas gordas y conclusiones. Por fin llegué a conocerme. Después de buscarme tantos años, nunca pensé que me encontraría en internet. O en las estrellas. De todas maneras, ya tenía mis sospechas. Una pequeña parte mía se tuvo que tragar las ganas de quedarse pasmado o caerse de culo con detalles ocultos de mi personalidad.
Esa parte también ya la conocía.

16.43hs La lluvia parece detenerse, pero es mentira. Hay debate sobre cuándo despertar la aventura en cartoncitos. Sabri presiona para no hacerle caso a la lluvia, porque Tomi se tiene que ir al día siguiente y si no se la va a perder. No digo nada pero siento el presagio de que, si nos aventuramos hoy, el partido Argentina vs Perú va a partir el grupo al medio. Y me va a dejar del lado de los fanáticos.

17hs Perdí en la interna del partido. Voy a tener que ver el partido con los faroles encendidos, tratar de centrar la vista en el cuadradito donde se mueven los jugadores y esperar que mientras tanto el Resto del Mundo le tenga paciencia a los Amigos del Fútbol y no decida salir a jugar hacia ninguna parte sin dejarnos miguitas en el camino. Dios dirá. Maradona seguramente no. Cuando se pará con el ceño fruncido al borde de la cancha no sabe qué decir. Solo tiende a aplaudir.

17.08hs Acostados abrazaditos en el colchón del piso del living, al lado de la estufa y tapaditos con la frazada, Kim y Adam despiertan por primera vez en el viaje. En bandeja le acercan una porción de aventura en cartoncito. La toman y vuelven a acostarse. Alguien cuenta la anécdota del hombre que tragó su aventura, la vivió enteramente de dormido y despertó sin recordarla. Nos pareció un desperdicio, pero Kim y Adam aclaran que este no es el caso. Ya se levantan, ya se levantan. Hay que darles tiempo. Quince horitas de corrido no es tanta cosa. Igualmente sospecho que son vampiros y esperan la caída del sol. Eso lo explicaría todo.

17.27hs Subimos a la colina hasta la piedra movediza de Tandil. No se mueve.

17.36hs Arriba de un árbol mantengo una charla con Agus sobre aquellas veces que nos dimos cuenta de haber sobrepasado el límite cuando era demasiado tarde. Él cuenta de la vez que subió a una piedra bien alta en el sur y luego se enteró de que no podía bajar. Yo de la vez que mi hermano se falso murió por querer tirarse de culo patín desde un lugar imposible hasta aterrizar en un montón de rocas filosas. Estamos parados en ramas sólidas a más de siete metros del piso y, por suerte, este no es uno de esos casos. Sin embargo, es mi record de trepador de los últimos cinco años. Bien por mí.

17.41hs Las cosas ya se ven más coloridas y el agua de la llovizna nos rebota como si tuviéramos un campo de fuerza sobre nuestra piel. Subo a una aerosilla sin funcionamiento con Maia y trabajamos en equipo para hamacarnos. No logramos avanzar demasiado. Igual, vale la intención.

18.05hs Llegamos a ver el partido empezado. Entre niños, viejos, campesinos, encargados, turistas y nuestros propios aventureros del cartón, somos treinta hinchas distribuidos en bancos sin respaldo. La tele se ve muy chica. O mis ojos están demasiado grandes. Es complicado centrar la atención en un pequeño cuadradito cuando hay tanto por ver alrededor. Me esfuerzo por intentarlo, principalmente por Pablito Aimar. Hace años que esperaba verlo ahí.

18.45hs Sale una escondida en el entretiempo con obligación de ruidos de pájaros en intervalos regulares para guiar al contador. Pican para todos los compas, pero no valía.

19.15hs Segundo tiempo, parece que nos escondimos de más. Ya nos perdimos el gol de Higuaín con asistencia de Aimar. Mi doble festejo personal llega con delay. Sobre el monumental cae una lluvia torrencial. Casi no se puede jugar.
-Qué linda noche para un héroe –se me ocurre decir.
Primer presagio.

19.18hs Palermo sufre una patada en la cara. Lo atienden al costado del campo de juego. Cuando se recupera, lo secan con una toalla y regresa a la cancha con la nariz hinchada tomando una botellita de agua que arroja al costado mientras trota hacia el área.
-Es rocky! –dice Juan.
Segundo presagio.

19.20hs Luz aparece para avisar que el Resto del Mundo se dispone a emprender una caminata hacia un dique tandilense. Y se va.
Juan dice tener el corazón partido. Yo también, pero la parte del fútbol pesa más. De pronto miro al costado y veo que Juan ya no está. Despareció en algún momento, cuando mis ojos estaban fijos en la tv. Corro fuera del salón. Mientras corro me imagino como un amante que entra desesperado a la iglesia para detener el casamiento. No se ni para qué corro. Supongo que para pedirles que lleven consigo un celular para mantenernos comunicados. O para despedirlos con un abrazo. No importa. Cuando llego afuera ya no están. El pasto del campo se ve oscuro y mojado. Doy media vuelta y enfrento mi decisión. 29 muchachos y una tv. Esta es mi historia.

19.35hs Mucho pesimismo. Perú baila a Argentina de visitante. Agus se suma a mi optimismo y aplaudimos un poco para arengar a la gente. Antes de patear un tiro libre notamos que ni el público ni los jugadores pueden ver nada con tanta lluvia.
-Mejor –dice Agus-, Palermo es un jugador de la niebla.
Tercer presagio.

19.40hs Faltan cinco minutos para el final. La señal se cae. DirecTV te abandona cuando menos lo esperás. Nos quedamos mirandonos sin saber qué hacer. Después de ochenta y cinco minutos de sexo no nos pueden quitar el orgasmo. Pensamos y pensamos. Nos sentamos resignados. Pero luego decidimos que la incertidumbre es inaceptable. Veo a gaby sacar su celular sin poder comunicarse. Corro hacia el pasto de afuera y lo llamo a Iván. Me atiende.
-Ivo relatame el partido. Se cayó la señal, tengo a 30 personas sin saber qué pasó.
-Qué?
-Relatame el partido! Contame qué está pasando.
-Gol de Perú.
-Dale, no jodas.
-Gol de Perú.
-No me podés hacer esto. No es gracioso.
-Gol de Perú. Gol de Perú.
La voz no escondía ninguna sonrisa. Era atonal, como la de un robot. Lo decía como si tuviera la mente en blanco, en estado de shock. Ivo no era tan buen actor como para fingir eso.
-En serio me lo decís? Gol de Perú?
-Te lo juro.
Corto el teléfono. Veinte personas me miran.
-Gol de Perú –les digo, sin estar convencido.
-Volvió la señal! –grita alguien desde adentro.
Corremos hacia la tele y descubrimos que es cierto. Argentina 1 Perú 1. Quedarse fuera del mundial ya no es una hipótesis para discutir en charlas de café. Es una realidad. Este partido es la razón por la que abandonamos a todos nuestros amigos. Pero nunca imaginamos que el resultado sería este. ¿Elegimos mal? Ya está, teníamos que verlo con nuestros propios ojos. Cuando uno se hace grande, los partidos que verdaderamente importan son cada vez menos. Una o dos veces al año: la semifinal de una copa Libertadores, la final de una Copa América, salvarte del descenso en el caso de que seas hincha de Racing. Poco a poco pasamos de ser hinchas a simples simpatizantes. Es natural. Pero en el mundial siempre renace el hincha. El mundial nos importa. ¿Cuántos mundiales viviremos en nuestra vida con total intensidad? Diez, a lo sumo. Y perderse uno a los 28 años, en nuestro mejor momento como espectadores de fútbol, cuando mejor entendemos el juego, estamos maduros y hasta consideramos hacer el esfuerzo monetario para viajar hasta Sudáfrica (¡a Sudáfrica!). Todo bien con Maradona, lo quiero y hasta me dan gracia sus declaraciones. Pero su soberbia nunca me había tocado tan de cerca. Esta vez influye directamente en mi vida. Ahora es personal.

19.45hs Corner para Argentina. Quizás la última jugada del partido. La lluvia no se detiene. Es un temporal. Todos llevamos el silencio puesto, las manos sobre la cabeza y la buena intención de entender todo este asunto. De asimilar la realidad. Todavía no lo logramos.
Viene el corner: se cae la señal.
Nos miramos a los ojos. Esta vez la reacción es instantánea. Salgo corriendo hacia el pasto y marco el teléfono de Iván. Me atiende. Se escucha un grito a lo lejos.
-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
-Ivo me escuchás? Ivo?
-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
-Ahhh gol? Ahhh gol?
-Ahhhhhhhhhhhhh!
-Gol? Fue gol?
La gente se agolpa a mi alrededor entusiasmada. Gol? Gol?, preguntan.
Yo sólo escucho los gritos a lo lejos. Parecen estar festejando.
-Si, gol! Palermo! Palermo!
-En serio? En serio?
-Te lo juro.
-Gol! Goool!
Los de adentro también salen al escuchar el grito. 29 personas dependen de mi, y yo les permito gritar sin estar convencido. Hasta no verlo no lo creo. Y si no es verdad me linchan. Pero igual nos abrazamos, por qué no? Me siento como aquel viejito de la publicidad de Quilmes que grita el gol en la terraza con la oreja pegada a la radio cuando a todos se le corta la luz. El momento groso es este, los Talarga lo cantaron en la cocina sin saberlo. Tan groso es, que podría ser propaganda.

19.48hs Vuelve la señal y confirmamos el milagro. La repetición del festejo no tiene precio: Palermo primero se ríe como un niño, loco de contento, y a la mitad de la carrera cae en la cuenta de lo que sucedió y se larga a llorar. Extiende los brazos, la lluvia lo baña y él no entiende por qué está destinado a hacer cosas como esas. Pero es así.

20.12hs Salimos al pasto oscuro y mojado sin saber qué hacer ni a dónde ir. No podemos contener tanta energía en un solo cuerpo. Hay que sacarla. Corremos hasta la casita con la esperanza de encontrar alguien nuevo a quién abrazar y nos encontramos a Isa, que nos mira eufóricos sin entender. Le contamos todo, pero sigue sin entender. Nunca lo va a entender. Nunca en la vida.

20.17hs Gaby logra comunicarse con su papá. Lo primero que se dicen es lo siguiente:
-Palermo, no lo puedo creer.
-Palermo, no lo puedo creer.
Corta el teléfono. Nos cuenta que el padre volvió a la cancha después de quince años para ver este partido. Y tenía una entrada para él.
-No tenía que ser, no tenía que ser –dice.
Lo veo sonriendo, con sus rulos, sus anteojos y el sobretodo. Está tan Inspector Gadget que no me sale decírselo. Es como si ya lo supiera. Él saca la pelota de fútbol del cuarto y sale a correr con ella en la oscuridad del campo. Corremos detrás de su excelente idea sin saber cuándo frenar.
-Soy Palermo! –grita él.
-No! Yo Soy Palermo!
-Yo soy Palermo!

20.24hs Retomamos el aliento debajo de un árbol. Repasamos lo que pasó, por quinta vez.
-Y, sin embargo, aunque me siga callando a boca todas las veces, no dejo de pensar que lo único que hizo fue empujarla. Su mérito sólo es estar ahí, es raro –digo.
-Noooo… -aclara gaby – Hizo mucho esfuerzo para estar ahí. ¿Cuántos goles tuvo que hacer para que lo dejen estar ahí? Se ganó el derecho de estar ahí. Y ahí estuvo.
Tiene razón. Esperemos que también tenga razón cuando dice que este es solo un capítulo más de su saga. Que su película termina en la final del mundial haciendo un gol de carambola con la espalda, la nuca o la nariz.
-Y cuando lo haga no van a esperar a filmar la película. Le dan el Oscar directo. Para acortar camino.
Discutimos y proponemos a Nicolas Cage para el papel. O Will Ferrel, si se hace en clave de comedia. Luego decidimos salir a buscar a los chicos. A ciegas. De alguna manera los vamos a encontrar. Estas aventuras son así. Y allá vamos.

2 comentarios:

Ajuancho dijo...

AHHHH Quiero más del día 2!!!!!

Bia Consulting dijo...

Que lindo que lindo...