jueves, 3 de septiembre de 2009

DUENDES CAPITALISTAS

Todos sabemos que los duendes son pequeñitos, traviesos, huidizos. Y que su trabajo consiste en cambiarnos las cosas de lugar. Escondernos las llaves, el control remoto, esa plata que extrañamente aparece otro día en el bolsillo de un pantalón que hace tiempo no usamos. Para ponernos contentos.

Claro que todo eso lo hacen para disimular. Porque parte de su trabajo consiste en escondernos las cosas, y otra parte en ocultar la verdadera cara de su empleador. Para que no descubramos el truco.

Basta con pensarlo un poco: ¿Cuáles son los artículos que más veces perdiste? ¿Por qué siempre que precisás esos artículos no los encontrás? ¿Y por qué cuando no los precisás descubrís que tenés mucho más de la cuenta? Ya sabes por qué: por los duendes. Y también para qué: para que compres lo innecesario. Para que consumas de más. Biromes y encendedores. Así funciona la estrategia de la empresa Bic.

Por supuesto que ellos lo negarán, así como muchos otros niegan la existencia de los duendes (gracias a la campaña de desacreditación financiada por Bic desde 1953). Pero esto es algo que sucede en el mundo real. ¿Por qué las biromes y los encendedores no se quedan quietos? Si no tienen patitas. Pero los duendes sí. Y no caminan gratis. Muchos de ellos también trabajan free lance para otras empresas; por eso es que también se extravían los mismos productos de otras marcas.

Todo esto me lo contó Liniers, el dibujante oficial de duendes argentinos. Yo quise asociarme a él para intentar venderles a Bic la idea publicitaria de que los duendes escondían biromes para enseñarnos algo. Que las Bic no son de nadie, porque son de todos. Los duendes de Liniers aparecerían agujereando bolsillos, abriendo cierres de mochilas y cortando con tijeras los hilos que atan a las biromes en los bancos, escuelas y demás oficinas públicas. El slogan: “La bic se comparte”.

Liniers se rió mucho con mi idea. Repetía en voz alta: la bic se comparte. Y se reía. Después parecía tranquilizarse, pero repetía de vuelta: la bic se comparte, y se reía. Así tres veces. Se rió tanto que se compadeció. Y me confesó que la empresa Bic hace años financia sus dibujos para vendernos una realidad donde los duendes son coloridos, divertidos, poéticos y, más que nada, ficcionales. Dijo que él no tenía la culpa. Que de alguna manera lo ayudaron a crecer. Y que él no sólo dibuja duendes, sino que intenta resarcirse destapando otras verdades, ya sea revelando cómo se traducen los títulos de las películas, recomendando a quién recurrir cuando se necesite filmar un cliché cinematográfico (hay una vaca que sabe mucho de eso) o concientizando a la gente de que las aceitunas también tienen sentimientos.

Me despidió con un abrazo que se hizo demasiado largo. Como si fuéramos amigos. Me deseó mucha mucha suerte. Parecía saber algo que yo no. Pero yo no soy tonto. Se que al descubrir el secreto corro peligro. Y que al destaparlo en mi blog, todavía más.
Pero lo hago igual. Porque tengo huevos, papá.

3 comentarios:

Bia Consulting dijo...

Cuando iba a la facu hicimos todo un plan de negocios sobre los encendedores comunistas. La idea era que como todo el mundo los perdia, que cada encendedor comunista que se compraba pasaba a ser de todos... formabas parte de un grupo, tenias una identidad diferente, comprabas un encendedorp para todos. Pero al profe no le gusto. Maldito Adamofsky.

Firulo dijo...

porfe capitalista!

cabezademotor dijo...

Me hicíste recordar una pregunta que está en mi cabeza desde hace más de seis años, aún sin respuesta certera.
¿Por qué todas las personas del mundo extraviaron más dinero del que encontraron?
No tiene lógica. Peeero, ¿el dinero perdido viaja por algún sistema imperceptible para el ojo humano hacia algún lugar lleno de billetes y monedas estilo bóveda del Pato Millonario y pelotudo de Disney?
Nunca sabrémos.