Discutimos fuerte.
El tema es privado, pero había que tomar una decisión.
Me dijo que lo discutiera con la almohada, me hizo prometerle.
Esa misma noche lo duscutí nomás, soy un hombre de palabra, y ganó la almohada. Me quedé con una rabia...
A la mañana me levanté y antes de desayunar fui a comprarme otra.
Una que sea menos dura, más acolchada y suavecita.
Y que piense igual que yo.
lunes, 18 de agosto de 2008
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