El hombre entró al vagón del subte con un minicomponente bajo el brazo. Llevaba puesta una barriga y una camperita de jean. Me sorprendió que tuviera los jeans sin rasgaduras y que su ropa no viniera salpicada con fosforescencia. Ni amarillo, ni fuxia. Nada. Tampoco tenía vincha!
Con tranquilidad y un dejo de soberbia, miró a la gente a su alrededor: caras neutras, ojos cansados, malhumor. Puro mientras tanto. Yo estaba entre ellos, parado en medio del subte. Curioso, como de costumbre, y agarrado a la arandela para sostenerme. Desde que llego a la arandela -me llevó mucho tiempo llegar a la arandela sin necesidad de saltar-, disfruto aferrándome a ella como si fuera un acróbata. Es una sensación de objetivo cumplido. Sólo los petisos lo entendemos.
Lentamente acercó su dedo al botón de play, y lo apretó. A pesar del ruido de los rieles, el minicomponente se escuchaba fuerte y preciso. Sonó esta canción:
http://www.youtube.com/watch?v=9KGtuMHinLM
Las mujeres del subte (toditas) movieron los labios sin emitir palabras. Algunas también balancearon sutilmente la cabeza, cerraron los ojos y tuvieron pensamientos tristes. Yo los vi.
El hombre de la barriga -engreído como él sólo- las miró desde su gran altura (además de gordo era alto, y además de alto era sucio, y además de sucio tenía ese tipo de pelo grasoso engominado con rulos). Como quien no quiere la cosa, pasó a la siguiente canción:
http://www.youtube.com/watch?v=rgK0yuyavGc&feature=related
Un par de señoras ya estiraron la plata para comprarle los compilados, que se vendían a cinco pesitos por unidad. Al final de esa canción, ya había vendido cinco.
Satisfecho, siguió camino hacia el siguiente vagón.
Me sorprendió la vigencia de los compact discs; que las ideas más simples y viejas siguieran funcionando y el poder económico que pueden lograr aquellos que saben manipular sentimientos.
Pero más que nada me sorprendió no estar a mediados de la década del noventa y, sin embargo, poder reproducir esa época en mi memoria a la perfección. Cada detalle.
Tengo más de diez años de recuerdos siendo la misma persona.
No pensé que era tan viejo.
Lo malo es que es una condición que sólo puede empeorar con el tiempo.
martes, 10 de marzo de 2009
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1 comentario:
lo que dijiste al final me pasa y mucho, mi vejez me sorprende constantemente.
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