Regreso al Ambassador para ver el principio de Pechuga, el corto de Tián. Creo que la pelea viene pareja. Patidifusa patea con fuerza, es cierto, pero el cine está en su salsa, es su festival, y eso se respira. Yo estoy bien dispuesto. Que el Universo disponga; trataré de aceptar los resultados con alegría. Para ser sincero, cruzo los dedos porque mi futuro sea cinematográfico. Será más difícil lograrlo, es cierto, pero si en una de esas funciona la satisfacción será mayor.
Espero no ser más petiso de lo que me siento. Tampoco sé cuánto hay que estirarse para alcanzar algo en este rubro. Si hay que ser tan alto, si no hay que ser tan lento, si hay que tener más talento. Muchos llegan sin altura, por suerte o contacto. No sé cómo soportan el vértigo de estar arriba siendo tan cortos. Otra cosa me inquieta: al ir subiendo el espacio será más estrecho. Habrá que alzar los codos para no caerse de la escalera y yo no soy mañoso para esas trampas. En la planta baja somos todos amigos. Quisiera que eso se mantenga.
Ahora vean esto. Luego de seis cortos desparejos, llega por fin la gallina de Tián a ocupar la pantalla. El corto es mejor de lo que pensaba porque pude pensarlo más de lo que lo había pensado y verdaderamente está bien pensado. Decisiones acertadas. El trabajo sonoro, imágenes conceptuales, la elección de un actor con tremendo parecido a su gallina, pues ella es una extensión de él mismo. Eso no debe haber sido fácil de encontrar. Un hombre parecido a su gallina. O una gallina parecida a su hombre. Todo muy prometedor. Pero entonces, justo en la mitad, Pechuga se prendió fuego.
La cinta se calcinó en el proyector, la pantalla devolvió una película hervida, hecha fuego y globitos. Todos nos llevamos las manos a la cabeza diciendo una misma cosa: ¡UH! Se prendieron las luces de la sala. Listo el pollo, quemada la gallina. ¿Qué estará pensando Tián? ¿Y yo? ¿Qué tendrá que ver esto conmigo? ¿Qué estará pensando el Universo? El cine llevado a cenizas. Un corto muerto. El Universo debe estar mirándome atentamente deseando que lea bien su mensaje. ¿Muerte al cine? ¿Muerte a Tián? ¿Mi miniserie está en malas manos? Esto no es bueno.
Giro la cabeza para buscar a Tián entre la gente y compadecerme ante su cara de espanto. No lo encuentro, pero la veo a Clara. ¡Clara! Hace años que no veo tu cara, Clara, pero justo la semana pasada te envié un mail para ver si tenías algún contacto en canal Siete por mi nueva miniserie. Mi padre me había comentado que ella se cogía a Tristán Bauer, o a un amigo de Tristán Bauer. En fin, que por su chongo estaba entongada con el canal. ¡Es una luz al final del túnel! Una luz Clarita.
Subo unos escalones hacia ella y la veo con su amiga Mariela y su hermana (Ana, me recuerdan). Las saludo y en un nanosegundo les cuento todas mis coincidencias para que me ayuden a descifrar los designios detrás de este nuevo hecho. De hecho, al verlas de cerca, recuerdo unas cuantas señales potentes en nuestro pasado en conjunto.
A ellas las conocí hace unos cinco años en la orilla de una playa con piedritas en el sur. Estábamos todos parados con las bolsas de dormir hasta las tetillas mirando al infinito. Congeniamos. Jugamos carreras de embolsados, hicimos series de medialunas continuadas hasta caer al piso, competimos a ver quién lograba contar más estrellas. Yo conté 214 y me aburrí. A la noche los fideos salieron pegados, los comimos directo de la olla y en el fogón Clara nos sorprendió con sus talentos:
1-Prender fuego la punta de una ramita diminuta; soplarla hasta apagarla y dejar el extremo naranja; mover la ramita con gran rapidez formando figuras efímeras en el aire.
2-Enfocar la linterna dentro de la carpa; poner sus manos delante de la luz; hacer figuras de sombras; contar historias a través de ellas.
Con Mariela compartimos otra cosa. Un silencio a las tres de la mañana, los dos sentados sobre un tronco. Yo de novio, ¿ella dispuesta? No sé. Todavía no lo sé. Esa noche dormí para cumplir cierta regla acerca de la infidelidad: considerarla si surge, pero no generarla. Mariela fue la primera. Tres años después dejé pasar la segunda. Otra chica, otro lugar, mismas circunstancias. Si el Universo habló a través de ellas, con el tiempo aprendí a escucharlo. Siempre que volví de esos viajes mis relaciones murieron (recuerden chicos: Verano Mata Relación) y yo quedé atragantado con lo que pudo haber sido. Dudo que haya un strike tres.
Ahora la coincidencia. Años después del regreso de ese viaje al sur me entero de que Clara es hija de uno de los muchachos. Mi viejo se junta religiosamente todos los sábados a comer en el restorán La Escondida con los muchachos. Luigi, Jorge, Guillermo, Claudio y él. Desde hace treinta años. Clara, parece ser, es hija de Guillermo. Recién hoy la reencuentro después de tanto tiempo y novedad. Y eso no es todo: cinco años antes de que yo conociera a Clara, mi hermano Sebastián había entablado amistad con Martín. También en el sur. Martín resultó ser hijo de Claudio, otro de los muchachos. No sólo eso: vivía a media cuadra de la que por ese entonces era nuestra casa de Vicente López. Ahora Clara y Mariela me cuentan que este año se mudaron a dos cuadras de esa misma casa. ¿De qué sirve todo esto? No sé. ¿Será para contarlo?
Luego de veinte minutos sin corto decidimos salir. Bajando los escalones la veo sentada a Cinthia, ex editora de Haciendo Cine, en la época que yo era redactor. La saludo y me cae la ficha acerca de Ana, hermana de Clara. La recuerdo. Ella me recordaba, lo vi en su mirada, y yo hice de cuenta que también, pero no. Ahora sí. Fue en una fiesta. Me acerqué a hablarle. Dije algo divertido, no me acuerdo qué, pero por algo ella me recordaba. Hasta que me contó que su novio era Esteban, el que pasaba música, al que yo también conocía de la revista. Hoy Esteban es el nuevo editor de Haciendo Cine y yo me siento importante.
Tantas señales. Será como los goles y las mujeres: las coincidencias también vienen en rachas. Una vez que uno les presta atención ellas toman confianza y se mandan en caída libre desde el cielo cual equipo de paracaidistas listos para formar figuras en el aire. ¿Qué figura estarán tratando de formar? ¿Será un zapato? ¿Será un espejo de mí mismo? ¿Será egocéntrico sentir que el Universo me tiene en la mira? Ya no importa tanto qué me quiere decir, bastante es que se decida a hablarme. Es como en los premios Oscar: es un honor estar nominado. Antes de que saquen el sobre con el nombre del ganador, Mariela, Clara, Ana y yo nos vamos a comer.
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4 comentarios:
Lei la secuencia de señales de atrás para adelante y te digo esto, aceptalas.
Yo desde hace mucho tengo ganas de hacer un documental, o algún proyecto propio o compartido, pero todavía no generé el germen para pensar en hacerlo. Si vos ya estás en esa etapa no lo dudes.
saludos navideños.
alejandro jodorowsky dice, a grandes rasgos, que hay dos modos de vivir y estar en el mundo: uno aferrado a las limitaciones de la mente, otro abierto a todas las manifestaciones del Universo
creo que estás en la senda correcta. la interpretación va a llegar cuando menos te lo esperes, una vez que se entra en acción.
estoy a punto de ver una peli de tu ciclo. feliz navidá!
Gracias por los consejos señoritas.
A Florista la aplaudo por volver al blog y le digo que no dudo en tomar las señales, pero son contradictorias! O no? Falta el final aún. No se me adelante.
Y a Male: qué película? En mi ciclo o de mi ciclo? Para ver pelis del ciclo hay que ir al ciclo. Sino es trampa che.
Feliz todo a todos.
fui el domingo a ver rushmore!
habia una chica que era yeta porque nunca habia podido verla completa, siempre la pasaba algo que tenia que cortar la pelicula, y claramente por eso se desmayo ese señor.
igual de la que hablaba era de "la cancion mas triste del mundo" que la tenia aca en casa.
doble merito, nada de trampa.
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