De vuelta de la playa regresé al cine Ambassador en busca de Jovic, el coautor de mi futura miniserie. A eso vine a Mar del Plata: a acompañarlo en la presentación de su corto fallido y desearle un muy feliz cumpleaños. Es hoy, pero él sigue sin aparecer. Espero su llegada desde hace tres días con el libro envuelto. El libro se titula Muñecas y trata de un solitario enfermizo que deposita su amor en muñecas inflables, pero no es indirecta. Jovic está mejor que un año atrás, cuando expuso en pantalla su corazón roto, catársis humorística y barba de náufrago. Las aventuras de Jovic, su primer corto, fue presentado con éxito en el festival pasado con el protagonismo absoluto de él mismo, de quién más, siempre con anteojos y hablando de usted. Jovic nunca sale de personaje. En algún momento de su vida delinió el personaje que quería ser y desde entonces lo fue. No descansa ni cuando va al baño. Quizás sufrió la gran Alfredo Alcón, que se metió tanto en la cabeza de su personaje para entenderlo e interpretarlo que luego tuvieron que pasar meses y trabajar barbaridad para lograr salir de él. Quizás.
Jovic filmó aquel corto en tono documental buscando ayuda de viejas, chinos y jóvenes desconocidos para que lo aconsejaran sobre el amor y cómo superar el final de su noviazgo con Hollie, la mujer que se negó a ser. Tuvo la inteligencia de reírse de sí mismo y se regaló un final esperanzador, cruzando la vía del tren para darle un chupetín a su nueva chica. No estoy seguro si eso fue realidad o ficción. Hoy, un año después, regresaría al festival con un segundo corto de la mano de la chica cuya ausencia había inspirado el primero. Probablemente. Ese era el plan, al menos. ¿Qué estará haciendo Jovic en este momento?
El hombre hace lo que puede, supongo. A un padre todo se le justifica. Llegar tarde, faltar a su propia presentación, no contestar el teléfono y él podría salir con:
-Tuve a la nena en casa, mamá no la pudo cuidar.
Contra eso no hay respuesta.
Pero cuando el Universo te está mirando todo tiene otro significado. Todavía me niego a tomar esto como una señal en contra de la miniserie porque, como suele ocurrir, lo último que escribimos es lo que más nos gusta. Necesito creer. Además, todos queremos un final feliz y esta era la oportunidad de Jovic de conseguirlo en la vida real. Mi relación con él, Universo de por medio, estaba en un segundo plano.
¿Volvería Jovic a Mar del Plata junto a Hollie? No hay retorno triunfal mayor que ese: filmar un corto con el corazón arruinado por una mujer y volver con ella del brazo un año después a caminar por la alfombra roja. Claro que él no estaba seguro de todo esto. Últimamente estaban yendo al cine seguido con Hollie. Charlaban y reían llevándose mejor que nunca sin besos de por medio. Cada vez que me contaba de sus reencuentros lo sentía como un niño en la parte baja de la pileta con un miedo terrible de avanzar hacia lo hondo. Igual se había jugado: ella era SU invitada al festival y Jovic ya había averiguado lo necesario para confirmar que la habitación del hotel que le cedía la organización del festival tuviera cama matrimonial. Estaba todo dado para el gran final feliz a la medianoche, cuando cumpliera treinta años. Menos él.
¿Dónde estaba él? ¿Y por qué no me contestaba el teléfono? Espero que mi libro de regalo no sea un presagio. Las muñecas inflables pueden ser divertidas al principio, pero con el tiempo deben hacerse algo monótonas. Y a la larga, por h o por b, la relación se terminaría pinchando. ¿Por qué por h o por b? ¿Por qué no por a o por b? ¿O por a o por z? ¿O por h o por ch? No se, che. Pero por J o por Vic yo abandonaba la espera. Mi día, mis señales, mis definiciones e indecisiones seguirían por otra parte.
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