miércoles, 30 de junio de 2010

SAMPI -PARTE 1

No deja de moverse. Va y viene, y vuelve a ir. Cada tanto nos mira y sonríe. Los ojos le brillan cálidos, pícaros, casi todo pupila, como los de un peluche. Es flaco y musculoso, petiso y macizo, canoso y pelado, pero bien llevado. Carga una barba gris enrulada, larga alla rabino ortodoxo aunque sin el aura de respeto. Él lo más pancho, de jogging. Va y viene, y vuelve a ir. Tiene la piel de quien pasa todo el día al sol, toda la vida al sol. Piel de cocodrilo. ¿Cuántos años tendrá? Parece viejo y joven, fuerte de cuerpo y espíritu, luchador. Como salido de una novela de Hemingway.
Nunca lo imaginé de esta manera. Es como un nene grande. Yo pensé que sería mucho más zen. Jamás juguetón ni charlatán. Tampoco tan hiperquinético. Esa es la palabra. Hiperquinético. Aunque suene a telepatía no tiene nada que ver. Cierto, el hombre maneja el poder de las plantas, pero la telepatía es otra cosa.
-Vino puesto -es lo primero que le susurré a Mati cuando lo vi.
Nos miramos como si ya supiéramos la que nos espera. Le dicen Sampi. No se desde hace cuanto. Él se presenta así y así le dicen. Sampi. El mayor experto en San Pedro de todo el Perú. Sampi a secas. Mi primer Chamán.

-Vente para aquí que ya somos unos cuantos...
Sampi va y viene, y vuelve a ir. El celular pegado a la oreja.
-Pues claaaro. Vente ya mismo, no es difícil llegar. Te tomas un colectivo, luego un taxi y te deja aquí nomás en la cabaña...
Ida y vuelta en línea recta como si estuviese en el hospital esperando su primer hijo. Siempre sobre el caminito de piedra. Más allá el pasto, la montaña, el lago. Nosotros mirando todo eso y a él de reojo.
-¡Sí! Te lleva hasta aquí arribita hombre. ¡Que yo vine hace un rato y no tuve problemas!
Esto no es un Chamán. Esto, como diría mi abuela, es un chantapufi. Y drogado. ¿Pero de qué?
-¿En serio? ¿Te vienes? ¡¡¡Uiiiiiii!!!
Dio tres saltos cortos hacia atrás como si acabara de hacer un rondó flip flap. Nunca había visto a alguien saltando de alegría fuera de una película o una cancha de fútbol. Todo esto nos hace dudar de la purificación del San Pedro como hongo espiritual. Pareciera que estamos por meternos una droga pesada que desembocará en el vicio, la fiesta, lo prohibido. Quizás orgía con nuestro guía Hermógenes que nos trajo hasta acá, tan inocentón que parecía. Y en una de esas hasta se suma su madre Ricardina, la típica chola de manual de ciencias sociales. Lo que no estaría mal como experiencia cultural; pero ese no era el plan. La idea era conocernos mejor a nosotros mismos y crecer como personas. O algo así. Veremos.

Con Mati, Rochi y Paula nos agrupamos y murmuramos. Ya es tarde para cancelar. Este es nuestro Chamán y va a haber que hacerle caso. Ponernos en sus manos. Que sea para bien. Hay que aceptar lo que viene. Aceptar lo bueno. Que sea para bien. Y no se hable más del tema.
Pasa Hermógenes con un balde:
-Aquí tienen algo de agua los que quieren lavarse.
-¿Todavía no sale agua corriente de las canillas?
-Estamos viendo, estamos viendo.
Se va. Él es el que propuso su cabaña, Sampi y el San Pedro para suplantar la excursión al Machu Pichu que ya habíamos pagado desde Buenos Aires y ahora estaba cancelada por la peor tormenta en no se cuántos años. Yo había sugerido el Ayahuasca sin animarme del todo.
-El San Pedro es más buenito - dijo-. Divertido. Yo probé en la montaña y me dieron ganas de hacer cosas. Me saqué la ropa y me hundí bajo una catarata sin sentir nada de frío. Comí bosta de toro. Hice de todo. Escuchaba un búfalo, luego unas hienas, otro rato un avión. Y no había nada.
Todo eso nos convenció. Y la confianza aumentó durante la excursión, cuando Hermógenes ya se había sincerado lo suficiente como para admitir que los peruanos siempre dicen ya llegamos sin que eso signifique gran cosa. Pero no había aclarado nada del Chamán.

Me acerqué a Sampi en la cocina. Estaba revolviendo una gran olla de la que salía vapor. Adentro estarían las raíces del San Pedro.
-¿Falta mucho?
-Falta sí. De noche se toma.
-Yo pensé que era mejor de día, por los colores.
-De noche está bien -sacó una bolsita marrón del bolsillo-, y si quieren de día ponemos un poco más y ya. Seguimos. Pero mejor empezar de a poco.
Parado frente a la gran olla, sus rodillas no dejaban de temblar. Y él se movia de lado a lado en un mismo lugar, como bailando un lento rápido. Le comenté que se lo veía muy activo y me respondió que había tomado unas hierbas para seguir fuerte.
-Hace tres días que no duermo.
-¿Tanto? ¿Y cuál es tu record?
Se quedó pensando un rato, contando en la mente.
-Veintisiete.
Eso dijo: veintisiete. Fue cuando asumió Fujimori y en Perú el pan aumentó de 0,10 soles a 1 sol. Estuvo trabajando en un taller de oro todo ese tiempo. Cuando no pudo más pidió que lo vengan a buscar y durmió una semana entera. Comer, cagar, dormir. Repetir. Comer, cagar, dormir. Repetir. Lo hizo para mantener a sus dos hijos y la hija de su mujer.
-Imagino alguna ayudita externa... -tanteé.
-Coca, café y anfeta.
-¿Probaste muchas drogas?
-De toooodo.
Pero nunca se inyectó ni se metió droga por donde no sale el sol. Dijo que una vez se puso LCD en el ojo y no lo aconseja. El efecto es inmediato.
-Pasé 22 años en la cárcel, y era inocente. Tenía 26 cuando caí por primera vez, ya tengo 54 años. Por eso ahora quiero vivir con todo. Ya no quiero dormir.
-¿Y cómo fue que terminó en la cárcel?
-Cosa del gobierno. Todo gobierno es malo. Son terribles. Que tengan bandera ya es prueba de sus intenciones. Abres el mataburros y lees:
Bandera: utilizada por bandoleros, bandas y piratas.
Fijate hoy en día; nada ha cambiado.
Siguió mezclando nuestro futuro brebaje. Preferí dejarlo solo. Ya estaba más tranquilo. No parecía Chamán, pero de a poco me iba creyendo que lo era.

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