miércoles, 3 de marzo de 2010

CUZCO AL SOL

Despertar en Cuzco y mirar por la ventana me hizo acordar a mi primer semana en Ibiza. Otra ciudad con casitas de estilo colonial, estrechas calles empedradas que desembocan en pequeñas plazas de piedra y un aire de pueblo que debería tener por bandera el dibujo de unas sandalias. Nunca fui un hombre de sandalias. Es cierto, en realidad llevo menos de dos años graduado de hombre. Pero por ahora soy hombre de zapatillas. Jamás seré hombre de zapatos. ¿De sandalias? No sé. Dénme tiempo.

La plaza central no tiene nada que envidiarle a las plazas de Praga o Viena. Quizás la iluminación nocturna o las mujeres. No mucho más que eso. No creo en Dios, pero hay que admitir que uno de los beneficios de creer en él es el esfuerzo arquitectónico que dedican los hombres para hacerlo sentir como en su casa. Las iglesias, siempre, son las mejores construcciones de las ciudades. Ni las casas de gobierno alcanzan ese nivel de belleza. ¿Tendremos tan poca fe en los gobiernos? Parece que es más fácil creer en un ser superior e invisible, que en el hombre, con todas sus defectos a la vista.

Al igual que en el norte argentino, la fauna de las plazas centrales presenta un extraño especímen: la falsa hippie. Turistas que llegan a un lugar y toman como moda lo que es cultura. ¿Qué pensarán al respecto ciertas amigas de Rochi? Rochi usa vinchas y hasta polleras hindúes, pero es capaz de comprarse unas nike. Algunas de sus amigas, jamás. Son fundamentalistas del hippismo como otros lo son del mate amargo. O quizás también ellas, parecen dos grupos extremistas que podrían convivir. Si estos dos grupos fundamentalistas se unieran en uno y anduvieran juntos andando por Cuzco, quién sabe lo que serían capaces de hacer al cruzarse con estos grupos de falsas hippies. ¿Despedazarlas?
Me gustaría estar ahí para sacar fotos.

Yo respeto esa posición. Aunque me guste la remera del Che, no voy a comprarla. Soy simpatizante, no fanático. De chico me encantaban los dibujos de Iron Maiden, sin embargo cuando me regalaron una remera no me animé a ponérmela porque no sabía las canciones. Y acá en Cuzco me resisto a comprarme pulóveres de lana y zapatos a lo Pedro de Heidi. No se si soy tan buen tipo. Los que usan esa ropa son mejores que nosotros, como los vegetarianos. Y yo no quiero ser hipócrita. Estoy intentando mejorar, pero todavía me falta. Es que toda mi generación es individualista.

Ya adentrándome en la ciudad, mi manía de sacar fotos me hace sentir más turista de lo que quisiera. Es que todo es tan llamativo... arriba de una puerta carcomida puede haber carteles oxidados que digan abogado, contador o, paradójicamente, tratamiento de belleza (se especializan en personas, no en puertas). Fíjense si no me creen: http://es-es.facebook.com/album.php?id=677046971&aid=188506
¿Será que acá la gente no se deja llevar por las apariencias? ¿O todavia no llegó la ola del marketing a la ciudad?
Como le dirian a Mafalda: no es tercermundista, es pintorezco.

Otra cosa que llama la atención son las vidrieras. Los maniquíes en Perú son muy expresivos. Tienen más vida que mucha gente que conozco. Vi un maniquí snob, otro recién llegado de irak, un boy scout, niños caprichosos, un emo y otro que tenía un diente de oro en su dentadura y se reía más de lo que yo me habia reído en toda mi vida. Moriría porque me cuente el chiste. Otro pantallazo:
http://es-es.facebook.com/album.php?id=677046971&aid=189486
Sus personalidades eran mas interesantes que la mayoría de mis amigos. Son como estrellas inmóviles. Pienso que si tuviera que optar por una sola pose para brillar por siempre, eligiría salir pícaro.

De vuelta al centro tomamos un taxi.
-¿Le puedo hacer una pregunta? -le dice mati al conductor.
-Hágala nomás, pues.
-¿Como hacen para que los autos no estén todos abollados?
El hombre del volante sonríe. Hete aquí la contradicción: los conductores de este país son a la vez los peores y los mejores del mundo. Manejan mal, no respetan las señales de tránsito, se mandan sin preguntar y son capaces de arriesgarse a las maniobras más ridículas. Pero no chocan. En este caos, siempre llegan a frenar.
Es más de lo que mati puede decir de sí mismo. Y él es uno de los mejores conductores que conozco.

3 comentarios:

Malena dijo...

debo admitir mi curiosidad...
mire todasssssss las fotos jajaja...
Que impresión los maniquis!!
Saludos firulo

Firulo dijo...

viste lo que son?
otra vez chusma vos,
pero esta vez invitada.
salute

cabezademotor dijo...

Ojo porque ahora hay unos maniquíes que se vienen con todo, los hay con cara de Alien, con estilo "Animé" y hasta vi masculinos con barba. Fer, creo que se empezó a copiar la tendencia maniquíal de Perú.