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Se sentó al lado mío en el subte. Abrió su bolsito y lo vacío sobre el asiento. Cayeron unas tarjetas de calendarios y un paquete de caramelos. Lo abrío mientras chupaba un chupete chupetín y desparramó los ocho caramelos en la butaca. Yo la miraba de reojo mientras leía mi libro de Onetti. Piel morena, moquito asomándole, diez añitos y súper organizada. Ordenaba su golosina en un parate de laburo. Agrupó los caramelos por color: dos rosas, dos amarillos, dos rojos, dos azules. Le di una moneda de un peso. Me miró y la guardó en el bolsito.
-Cuál es tu preferido?
No supo decir. Separó los rojos y me los dio.
-Estos no me gustan.
-Qué no te gustan? Cometelos! Si son todos dulces.
Me miró y se rio. Puso los rojos con los otros.
-Todavía con chupete vos? Chiquilina.
-Se lo di a mi hermanito y se cayó al piso. Fui al baño y lo lavé todo.
Hablaba en voz muy bajita y los chirridos del subte no ayudaban. Acercaba el oído a cada cosa que decía pero igual tenía que pedirle que repitiera.
-Estás estudiando?
-No, es un libro nomás. Me gusta leer.
-Una vez vi a una chica sentada con un libro de vampiros.
-Te gustan los vampiros? Están de moda.
Hizo que no con la cabeza. Levanté la vista y vi a un hombre raro parado frente a nosotros. Tenía barba mullida, anteojos de sol espejados, chaleco cremita, pantalón y ojotas.
-El problema con los vampiros es que se parecen a nosotros -le dije al oído-. Uno nunca sabe quién es vampiro y quién no. Muchas veces andan por el subte de día porque les hace mal la luz del sol. Me parece que el señor de acá enfrente es vampiro.
Levantó la vista para ver y se quedó mirando al chico del rincón.
-No mires! Ese no es además. El de anteojos raros. Pero miralo con cuidado.
Lo miró y se quedó mirando luego al chico sentado en el piso con panatalones cortos acolchados.
-Ese tiene la remera adentro y parece que tiene pañal -me dijo.
Se puso a guardar los caramelos. Seguí con el libro y vi de reojo a una chica que pispeaba la conversación con ternura. Parecía que ser tierno podría servir para levantar minitas en el subte.
-Lo conocés a Vio vos? -me preguntó.
-No, es un dibujito animado?
-No, esta Vio y el Viablo. Y los angeles, que son invisibles y están atrás tuyo escribiendo todo lo que pasa.
-Todo el tiempo escriben?
-Sí, y hay más de uno.
-Y los demás también escriben?
-Sí.
-Todos esriben a la vez?
-Sí.
-Deciles que tomen turnos. Si deben escribir lo mismo. Que se organizen.
-Que uno escribe las cosas malas y otro escribe otras cosas.
-Alguna vez viste uno?
Hizo que si con la cabeza y después que no. Me mostro el bracito extendido.
-No, pero de noche cuando estoy por dormir lo siento así sobre el brazo.
La chica todavía miraba a lo lejos con ternura. Ella se levantó y fue a repartir calendarios. La chica la llamó y le dio dos pesos.
-Cómo te llamás? -le preguntó.
-Angeles -dijo ella.
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2 comentarios:
Lindo...
Quiero volver a creer.
Maldita adultez me robaste la inocencia, pero no me ganaste tengo algo de ella escondida donde nunca la vas a encontrar.
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