martes, 2 de diciembre de 2008

ALTERNANDO

Iba viajando en el subte, contento de estar en el subte y de estar sentado (algo no tan fácil de lograr), cuando una mujer se instaló en el pasamanos justo enfrente mío. Hice lo que los hombres solemos hacer en esas situaciones: esperé un momento, fingí que seguía leyendo el libro de Bukowski y relojié. No estaba mal. Pero lo que me sorprendió es verla mandando un mensaje de texto con su celular, mientras sostenía un segundo celular con la otra mano.

Seguí leyendo el cuento hasta el final, pausando la lectura con miradas sigilosas para ver si en una de esas llegábamos a hacer contacto visual. ¿Para qué? No se, la verdad. Es algo que hacemos los hombres cobardes. Finalmente decidí guardar a Bukowski en la mochila y seguir con Los libros de la guerra, una recopilación de notas publicadas por Fogwill.

En mi fisgoneo número ocho, la vi sonriente respondiendo un mensaje, esta vez desde su segundo teléfono. Yo alternaba libros y ella, celulares. Me dio gracia el pensamiento y esta vez me quedé mirándola fijo un rato largo, para que se entere. Le iba a preguntar por qué tenía dos celulares, pero cuando se dio cuenta de mi fijación me miró con asco y entendí que mi pregunta iba a ser bastante idiota. Me quedé callado, una reacción casi siempre saludable.

Se me ocurrió que había algo en todo eso que no tenía mucho sentido. Y que en una de esas, esta vez no era yo.

2 comentarios:

Libreta de flores dijo...

qué forra! por qué te puso cara de asco?? yo sólo pongo esa cara cuando el que me quiere levantar es un viejo, ahí la exagero a más no poder. yo parezco de 15, me parecen muy pedófilos.

Bia Consulting dijo...

Ayyyyy como lee ella!!! que intelectual!!! lee de a dos libros a la vez!!!! ayyyy ella!!!!!