.
Jugabamos al Quién es quién subjetivo con personajes cinematográficos.
Habíamos perdido los dos:
Él no adivinó porque pensó que Indiana Jones desearía tener un hijo en algún momento de su vida y yo, al ponerme entre la espada y la pared, opiné que no.
Yo no adiviné porque disentimos en algo dudoso en cuanto a Julia Roberts en Mujer Bonita. No recuerdo si fue cuando respondió que jugaría bien al fútbol, que no sabría coimear o que, de aprender karate, sólo lo usaría en defensa personal y nunca para atacar a seres indefensos.
Empezamos la revancha. Mi primera prengunta fue:
-Si fuera uno de los Beatles, ¿cuál sería?
-Y... -se río, sin dudarlo -... Ringo.
Apenas lo vi me empecé a reír. Él se río conmigo un rato largo.
Tenía todos los personajes, pero arriesgué igual:
-¡E.T!
-Era obvio.
Todavía me estoy riendo.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
domingo, 26 de septiembre de 2010
CANALIZANDO POR OTRO LADO
.
En breve, debido a la ley de medios, se realizará
un reordenamiento de la grilla de programación
haciendose efectivos los siguientes cambios:
1-El 4 será para C5N.
7-El 7 para Canal 26.
5-El 8 para CN23.
2-El 11 para Canal 7.
9-El 12 para El Trece.
4-El 13 para Canal 9.
Están tratando de confundirnos,
pero para qué veamos qué canal?
Por suerte yo ya no veo tele.
Solía pensar que la gente que decía eso era snob.
Ahora me parece sensato.
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En breve, debido a la ley de medios, se realizará
un reordenamiento de la grilla de programación
haciendose efectivos los siguientes cambios:
1-El 4 será para C5N.
7-El 7 para Canal 26.
5-El 8 para CN23.
2-El 11 para Canal 7.
9-El 12 para El Trece.
4-El 13 para Canal 9.
Están tratando de confundirnos,
pero para qué veamos qué canal?
Por suerte yo ya no veo tele.
Solía pensar que la gente que decía eso era snob.
Ahora me parece sensato.
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miércoles, 22 de septiembre de 2010
sábado, 18 de septiembre de 2010
LA LOCA DEL EDIFICIO
Todos tenemos una loca en el edificio. Así como en cada cuadra de barrio hay un ciego, un borracho, la vieja gagá de la casa que parece abandonada. Y así. Pero los que viven en departamento saben que siempre hay una loca en el edificio. Y una conchuda, que posiblemente es la firmante en la reunión de consorcio, pero esa es otra historia.
En mi edificio se hablaba de la loca en el ascensor:
-¿Viste a la loca? El otro día la vi hablando sola en la cochera.
-¿Cuál es? Porque para mi hay tres que son locas potenciales.
-La rubia.
-¿La rubia alta? Esa no es loca, es conchuda. Nunca me saluda cuando me ve. Y yo la saludo siempre a ver si reacciona. Ni siquiera la vi sonreír.
-Esa es la lesbiana.
-No es lesbiana, la vi con un tipo una vez en la terraza. Pobre tipo.
-Yo digo la rubia platinada.
-Ah, pero esa es loca linda, no peligrosa. A mí siempre me sonríe en la calle.
Recién ahí estuvimos todos de acuerdo. Y cuando alguien dice la loca del edificio ya se nos viene la misma imagen a la cabeza: la piel arrugada y blanca, los dientes verdes torcidos, el pantalón a la altura del ombligo y ese pelo plateado y ondulado peinado atrás bien pegado al cráneo con la colita que lo sostiene.
En la calle siempre que me encuentra me habla como si fuéramos amigos de toda la vida. Es piola la loca. Tiene sentido del humor y vive justo arriba mío. Una vez me comentó de mi peluche gigante de tigre que guardo en el balcón. Está hecho mierda. Se lo había regalado una ex novia a mi hermano y yo lo guardo para darle de jugar al perro cuando me viene a visitar. Pero a ella le gustaba. Lo vi en sus ojos. Esa semana se lo regalé. Es que soy re buen tipo yo. ¿No sabías?
El otro día entré a su casa. Me había olvidado la llave adentro por vigesimotercera vez y esperaba en el hall la llegada salvadora de mi primo con la llave de repuesto para volver a entrar. En jogging, remerita y pantuflas lo esperaba. Cagado de frío. La loca entró al edificio y me trató de loco a mí. Le expliqué y accedió a prestarme un pulovercito. Subimos en el ascensor.
Su monoambiente es idéntico al mío, pero parece más grande. Tiene dos o tres cosas nomás. La heladera blanca, una mesita-escritorio de vidrio con una silla blanca, un silloncito individual de cuero blanco, el guardaropa-perchero a la vista tipo negocio chic. Y la cama. Una diván individual forrado en cuero blanco sin sábana ni frazada a la vista. Hacía juego con las paredes. Blancas. Me dio una sensación como de vampiro. Recibí el pulovercito y vi sus dientes verdes rellenandole la sonrisa. No me di cuenta, pero ese día abrí una puerta entre nosotros.
Ayer cenaba con mi hermana y a las diez de la noche sonó el timbre. Era ella.
-¿Vos tenés llave de abajo? Pero no de abajo de afuera, de abajo de la escalera. Yo al portero, decí que soy buena, pero a veces -me mostró el puño cerrado- porque él dice que se cierra pero yo se que no es así, yo con el encargado ya hace tiempo que pero también en este edificio son todos una cosa, yo te lo digo a vos porque se que hay buena onda, el otro día te presté el sweater y cuántas llaves tenés, la de abajo la tenés, yo tengo esta que es la de casa y esta otra, ya ni se, pero el encargado no tiene razón se cree que soy boluda, es una mierda de tipo ya lo voy a agarrar.
Tuve que echar la cabeza hacia atrás. El olor a whisky era intoxicante. Miré a mi hermana y ella se reía sin entender, no supe qué decirle.
-Yo tengo esta llave y esta. ¿Qué necesitás exactamente?
-No me tratés de boluda. Yo soy vieja pero no soy boluda, y te lo digo de buena onda porque el otro día el sweater y tengo el hijo enfermo pobrecito se parece a vos. Pero el portero no tiene razón, o no? Si la puerta no estaba así antes, qué llave dijiste que tenías? Esa es parecida a ésta, esta otra es de casa, y la otra?
Mi hermana quería verle la cara a la loca.
Fingió buscar algo en la heladera y se dio vuelta para verla.
-Hola querida, amor, mi cielo -le dijo la loca agitando las manos.
Le propuse ir abajo a ver el tema de la puerta. Fuimos, antes volvió a saludar.
-Amu, mami, mimi, saludos que bajo -le dijo asomando la cabeza.
Bajamos un piso por escalera. Miré para atrás con miedo a que haga rataplám y tenga que llamar la ambulancia. Pero llegamos. Abrí la puerta y se quedó zombi.
-¿Cómo hiciste? Vos me estás cargando.
La cerré y la volví a abrir. Ella no lo podía creer. Se sintió como una loca. Abrió la puerta ella misma, tomó carrera y la cerró con tanta fuerza que por el ruidó tuve que mirarme los dedos a ver si los tenía enteros. Fue el susto.
-¿Ves? Se creen que soy boluda. ¿Ves que no abre? -dijo ahora haciendo fuerza para abrir. A la tercera lo logró y quedó perpleja. La cerró con fuerza otra vez, el ruido me golpeó el pecho pero ya estaba preparado. La abrió. La cerró. ¡Caplum! La abrió. La cerró. ¡Plum! La abrió.
Subí la escalera, tengo que hacer, usted entiende. Ella subió detrás mío.
-¿Y ahora dónde estamos? -preguntó al llegar al primer piso.
-Yo voy a cenar con mi hermana, vos estás un piso más arriba.
Me miraba con una expresión indescifrable en silencio.
-¿Vas por la escalera? -le pregunté a ver si reaccionaba.
Agitó el brazo hacia abajo varias veces como quien niega algo con desdén.
-¿Te pensás que soy pelotuda? Pfff.
Se dio vuelta y se fue. Entré a casa y tuvimos que contenernos un rato para que no escuchara las risas.
La loca del edificio ya me conoce. Y yo la conozco a ella. Su hijo enfermo, su casa de muñecas, el alcohol en los dientes verdes. Hay tanta gente triste en la ciudad. Sería mejor no conocerlos. Aunque sepamos que existen, es más fácil no imaginarlos solos, en una silla blanca, tomando de una botella, conversando con la pared.
-Cagaste. Fue por el pulover. Ahora abriste una puerta -dice mi hermana.
En cualquier momento me vuelve a sonar el timbre.
En mi edificio se hablaba de la loca en el ascensor:
-¿Viste a la loca? El otro día la vi hablando sola en la cochera.
-¿Cuál es? Porque para mi hay tres que son locas potenciales.
-La rubia.
-¿La rubia alta? Esa no es loca, es conchuda. Nunca me saluda cuando me ve. Y yo la saludo siempre a ver si reacciona. Ni siquiera la vi sonreír.
-Esa es la lesbiana.
-No es lesbiana, la vi con un tipo una vez en la terraza. Pobre tipo.
-Yo digo la rubia platinada.
-Ah, pero esa es loca linda, no peligrosa. A mí siempre me sonríe en la calle.
Recién ahí estuvimos todos de acuerdo. Y cuando alguien dice la loca del edificio ya se nos viene la misma imagen a la cabeza: la piel arrugada y blanca, los dientes verdes torcidos, el pantalón a la altura del ombligo y ese pelo plateado y ondulado peinado atrás bien pegado al cráneo con la colita que lo sostiene.
En la calle siempre que me encuentra me habla como si fuéramos amigos de toda la vida. Es piola la loca. Tiene sentido del humor y vive justo arriba mío. Una vez me comentó de mi peluche gigante de tigre que guardo en el balcón. Está hecho mierda. Se lo había regalado una ex novia a mi hermano y yo lo guardo para darle de jugar al perro cuando me viene a visitar. Pero a ella le gustaba. Lo vi en sus ojos. Esa semana se lo regalé. Es que soy re buen tipo yo. ¿No sabías?
El otro día entré a su casa. Me había olvidado la llave adentro por vigesimotercera vez y esperaba en el hall la llegada salvadora de mi primo con la llave de repuesto para volver a entrar. En jogging, remerita y pantuflas lo esperaba. Cagado de frío. La loca entró al edificio y me trató de loco a mí. Le expliqué y accedió a prestarme un pulovercito. Subimos en el ascensor.
Su monoambiente es idéntico al mío, pero parece más grande. Tiene dos o tres cosas nomás. La heladera blanca, una mesita-escritorio de vidrio con una silla blanca, un silloncito individual de cuero blanco, el guardaropa-perchero a la vista tipo negocio chic. Y la cama. Una diván individual forrado en cuero blanco sin sábana ni frazada a la vista. Hacía juego con las paredes. Blancas. Me dio una sensación como de vampiro. Recibí el pulovercito y vi sus dientes verdes rellenandole la sonrisa. No me di cuenta, pero ese día abrí una puerta entre nosotros.
Ayer cenaba con mi hermana y a las diez de la noche sonó el timbre. Era ella.
-¿Vos tenés llave de abajo? Pero no de abajo de afuera, de abajo de la escalera. Yo al portero, decí que soy buena, pero a veces -me mostró el puño cerrado- porque él dice que se cierra pero yo se que no es así, yo con el encargado ya hace tiempo que pero también en este edificio son todos una cosa, yo te lo digo a vos porque se que hay buena onda, el otro día te presté el sweater y cuántas llaves tenés, la de abajo la tenés, yo tengo esta que es la de casa y esta otra, ya ni se, pero el encargado no tiene razón se cree que soy boluda, es una mierda de tipo ya lo voy a agarrar.
Tuve que echar la cabeza hacia atrás. El olor a whisky era intoxicante. Miré a mi hermana y ella se reía sin entender, no supe qué decirle.
-Yo tengo esta llave y esta. ¿Qué necesitás exactamente?
-No me tratés de boluda. Yo soy vieja pero no soy boluda, y te lo digo de buena onda porque el otro día el sweater y tengo el hijo enfermo pobrecito se parece a vos. Pero el portero no tiene razón, o no? Si la puerta no estaba así antes, qué llave dijiste que tenías? Esa es parecida a ésta, esta otra es de casa, y la otra?
Mi hermana quería verle la cara a la loca.
Fingió buscar algo en la heladera y se dio vuelta para verla.
-Hola querida, amor, mi cielo -le dijo la loca agitando las manos.
Le propuse ir abajo a ver el tema de la puerta. Fuimos, antes volvió a saludar.
-Amu, mami, mimi, saludos que bajo -le dijo asomando la cabeza.
Bajamos un piso por escalera. Miré para atrás con miedo a que haga rataplám y tenga que llamar la ambulancia. Pero llegamos. Abrí la puerta y se quedó zombi.
-¿Cómo hiciste? Vos me estás cargando.
La cerré y la volví a abrir. Ella no lo podía creer. Se sintió como una loca. Abrió la puerta ella misma, tomó carrera y la cerró con tanta fuerza que por el ruidó tuve que mirarme los dedos a ver si los tenía enteros. Fue el susto.
-¿Ves? Se creen que soy boluda. ¿Ves que no abre? -dijo ahora haciendo fuerza para abrir. A la tercera lo logró y quedó perpleja. La cerró con fuerza otra vez, el ruido me golpeó el pecho pero ya estaba preparado. La abrió. La cerró. ¡Caplum! La abrió. La cerró. ¡Plum! La abrió.
Subí la escalera, tengo que hacer, usted entiende. Ella subió detrás mío.
-¿Y ahora dónde estamos? -preguntó al llegar al primer piso.
-Yo voy a cenar con mi hermana, vos estás un piso más arriba.
Me miraba con una expresión indescifrable en silencio.
-¿Vas por la escalera? -le pregunté a ver si reaccionaba.
Agitó el brazo hacia abajo varias veces como quien niega algo con desdén.
-¿Te pensás que soy pelotuda? Pfff.
Se dio vuelta y se fue. Entré a casa y tuvimos que contenernos un rato para que no escuchara las risas.
La loca del edificio ya me conoce. Y yo la conozco a ella. Su hijo enfermo, su casa de muñecas, el alcohol en los dientes verdes. Hay tanta gente triste en la ciudad. Sería mejor no conocerlos. Aunque sepamos que existen, es más fácil no imaginarlos solos, en una silla blanca, tomando de una botella, conversando con la pared.
-Cagaste. Fue por el pulover. Ahora abriste una puerta -dice mi hermana.
En cualquier momento me vuelve a sonar el timbre.
martes, 14 de septiembre de 2010
LEVI´S TRAUSS
Recorté una nota del Diario La Razón que decía:
El antropologo francés Claude Levi-Strauss, uno de los intelectuales mas destacados del siglo XX, creador de la corriente estructuralista de las ciencias sociales fallecio el sábado a los cien años.
"Reconozco que la idea de pasar a la nada no me agrada, pero tampoco me intranquiliza", opinó alguna vez sobre la muerte: "Estoy convencido de que la vida no tiene sentido, que nada tiene sentido".
Agarré las tijeras pensando en que estaba de acuerdo.
Después me di cuenta: ¿De qué me sirve estar de acuerdo?
Además, tampoco tiene tanto mérito haber inventado los jeans.
El antropologo francés Claude Levi-Strauss, uno de los intelectuales mas destacados del siglo XX, creador de la corriente estructuralista de las ciencias sociales fallecio el sábado a los cien años.
"Reconozco que la idea de pasar a la nada no me agrada, pero tampoco me intranquiliza", opinó alguna vez sobre la muerte: "Estoy convencido de que la vida no tiene sentido, que nada tiene sentido".
Agarré las tijeras pensando en que estaba de acuerdo.
Después me di cuenta: ¿De qué me sirve estar de acuerdo?
Además, tampoco tiene tanto mérito haber inventado los jeans.
sábado, 11 de septiembre de 2010
EL PARQUE DE LOS CIERVOS
Les dejo 20 frases para leer a Norman Mailer. Estas son de El parque de los ciervos, una novela centrada en el mundo de Hollywood:
1.
La experiencia, cuando no se trasmite a alguien, se marchita dentro de uno, y esto es peor que una perdida.
2.
Tenía la impresión de que me moriría si la habitación no dejaba de moverse, y por esto, aunque no se cómo llegué a esa conclusión, pensé que tendría que matarme o de lo contrario me moriría.
3.
Ya eres lo bastante crecido para poder vivir sin héroes.
4.
El hombre trabajaba para poder beber y bebía para matarse, aunque como todos los borrachos, parecía empeñado en seguir vivo.
5.
Ella hubiera querido poder verme todas las noches, debido a que no toleraba estar sola, y a mi me hubiera gustado no volver qa verla jamás, por lo que llegamos a un acuerdo y nos veíamos dos noches por semana.
6.
-¿Quieres que te diga una cosa? Cuando me emborracho me siento a millones de kilómetros de ti.
-Y yo, cuando me emborracho, te amo.
7.
Mientras vomitaba gozó de la claridad mental que se suele experimentar en esas ocasiones.
8.
Lo que voy a decir es un consejo que estoy dispuesta a dar a cualquier chica: jamás te cases con un hombre que toca la trompeta.
9.
Con Elena puedes hacer lo que quieras. Es la clase de chica con la que puedes secarte las manos si te da la gana. Siempre y cuando tú seas quien la guíes, quien mande.
10.
Sentia el sordo dolor de saber que hubiera debido darse cuenta de que jamás llegaría a ser el artista que había esperado ser, debido a que si un artista tiene una cualidad superior a todas las demás, esta es el sentido de la vergüenza, el sentido del asco, el sentido de aborrecer toda obra que no sea la mejor que es capaz de crear.
11.
Solo un drogadicto era capaz de estar tumbado en el suelo, boca abajo, y decirle a uno que le va a matar.
12.
Marion podia llegar a ser invencible si perdía todo interés en la sexualidad, ya que esto constituía la manera de ser superior a todos los demás. Este era el secreto de la vida.
13.
La mujer infiel atrae más al hombre.
14.
Tengo la impresión de que muchas de las locuras que hice con hombres las hice con el solo fin de ser un paciente insólito para el analista.
15.
Para hacer bien el amor es imprescindible no enamorarse.
16.
Siempre he creído que todo aprendizaje es mediante la lucha contra el miedo a hacer algo.
17.
A menudo he pensado que los periodistas viven obsesionados en descubrir hechos reales a fin de poder contar una mentira, y que, contrariamente, el novelista se somete a la esclavitud de su dueña y señora, la imaginación, con el fin de descubrir la verdad.
18.
Nadie es mejor de lo que debiera ser.
19.
Todos somos tristes, si te empeñas en vernos desde cierto punto de vista.
20.
Siendo muchacho siempre te preguntabas qué era preciso hacer para csoneguir una mujer, ahora siempre te preguntas qué es preciso hacer para desembarzarte de ella.
1.
La experiencia, cuando no se trasmite a alguien, se marchita dentro de uno, y esto es peor que una perdida.
2.
Tenía la impresión de que me moriría si la habitación no dejaba de moverse, y por esto, aunque no se cómo llegué a esa conclusión, pensé que tendría que matarme o de lo contrario me moriría.
3.
Ya eres lo bastante crecido para poder vivir sin héroes.
4.
El hombre trabajaba para poder beber y bebía para matarse, aunque como todos los borrachos, parecía empeñado en seguir vivo.
5.
Ella hubiera querido poder verme todas las noches, debido a que no toleraba estar sola, y a mi me hubiera gustado no volver qa verla jamás, por lo que llegamos a un acuerdo y nos veíamos dos noches por semana.
6.
-¿Quieres que te diga una cosa? Cuando me emborracho me siento a millones de kilómetros de ti.
-Y yo, cuando me emborracho, te amo.
7.
Mientras vomitaba gozó de la claridad mental que se suele experimentar en esas ocasiones.
8.
Lo que voy a decir es un consejo que estoy dispuesta a dar a cualquier chica: jamás te cases con un hombre que toca la trompeta.
9.
Con Elena puedes hacer lo que quieras. Es la clase de chica con la que puedes secarte las manos si te da la gana. Siempre y cuando tú seas quien la guíes, quien mande.
10.
Sentia el sordo dolor de saber que hubiera debido darse cuenta de que jamás llegaría a ser el artista que había esperado ser, debido a que si un artista tiene una cualidad superior a todas las demás, esta es el sentido de la vergüenza, el sentido del asco, el sentido de aborrecer toda obra que no sea la mejor que es capaz de crear.
11.
Solo un drogadicto era capaz de estar tumbado en el suelo, boca abajo, y decirle a uno que le va a matar.
12.
Marion podia llegar a ser invencible si perdía todo interés en la sexualidad, ya que esto constituía la manera de ser superior a todos los demás. Este era el secreto de la vida.
13.
La mujer infiel atrae más al hombre.
14.
Tengo la impresión de que muchas de las locuras que hice con hombres las hice con el solo fin de ser un paciente insólito para el analista.
15.
Para hacer bien el amor es imprescindible no enamorarse.
16.
Siempre he creído que todo aprendizaje es mediante la lucha contra el miedo a hacer algo.
17.
A menudo he pensado que los periodistas viven obsesionados en descubrir hechos reales a fin de poder contar una mentira, y que, contrariamente, el novelista se somete a la esclavitud de su dueña y señora, la imaginación, con el fin de descubrir la verdad.
18.
Nadie es mejor de lo que debiera ser.
19.
Todos somos tristes, si te empeñas en vernos desde cierto punto de vista.
20.
Siendo muchacho siempre te preguntabas qué era preciso hacer para csoneguir una mujer, ahora siempre te preguntas qué es preciso hacer para desembarzarte de ella.
domingo, 5 de septiembre de 2010
ESCALERA AL SEXO
Yo: El otro día me di cuenta que si no empiezo ahora a hacer la lista de toda la gente que me cojí, pronto esa información ya nunca será fidedigna.
Igna: ¿Tanto cogiste?
Yo: No, es que tengo mala memoria.
Sofi: Yo la hice hace poco para competir con un amigo. Llegué hasta treinta.
Yo: Es bastante. Yo no creo que llegue a tanto.
Igna: ¿Las putas cuentan?
Yo: Claro que cuentan.
Sofi: No, para mi no cuentan.
Yo: Depende qué puta. Si fuiste al puterío no cuenta, pero si vino a tu casa si.
Igna: Igual no llego a treinta.
Sofi: Mi amigo sí llegó, empatamos.
Yo: ¿Conocen a alguna mujer que use el sexo como una escalera?
Sofi: Yo lo hice.
Yo: ¿Para llegar a dónde?
Sofi: A la buena vida, pero no fue conciente. Me dejé llevar. Todo empezó con unos panqueques.
Yo: Eso no tiene sentido. Si la marihuana es la puerta de entrada a las drogas, los panqueques lo deberían ser de la obseidad, no del sexo.
Sofi: Pues él me tentó al principio con panqueques de dulce de leche. Y yo caí. De todas maneras yo no tenía problemas en tirarme a cualquier chico. De joven mi mamá tenía miedo de que yo fuera ninfomana. Me llevó al psicólogo por eso.
Igna: ¿Y cómo sabía que andabas con tantos?
Sofi: Es que yo a mi mamá le cuento todo. Tenemos una relación muy buena.
Yo: ¿Y dónde está la escalera?
Sofi: Es que era un tipo muy bacán. Drogas, fiesta, departamento inmenso, coche de lujo, toda la bola. Yo le aclaré del principio que era solamente sexo. Y que me tiraba con otros tíos. Pero se lo pasaba bien.
Yo: ¿Y la escalera?
Sofi: ¡Esperaté! Y al rato él me dijo que ya había pasado un tiempo y que ya basta de andar con otros. Yo le dije que sí, pero le aclaré que no estaba enamorada. Que lo quería nomás. Después de un tiempo te encariñas. Luego se tuvo que volver a su país y me llamó para que me vaya con él a vivir en una super casa en la playa y que yo trabajaría de atender el hostel. Ya llego a la escalera... tranquilo!
Yo: Bueno.
Sofi: Me fui ahí y bueno, al tiempito me dijo de ya casarnos. Él estaba muy enamorado. Y lo pensé. No te digo que no lo pensé. Pero no pude.
Yo: Está bien. Fue una escalera involuntaria. Hay otras que usan el sexo como una herramienta para ir construyendo los escalones.
Sofi: El sexo es una herramienta.
Yo: No, el sexo puede ser una herramienta.
Sofi: Después del bacán estuve con tantísimos tipos. Pero tenía por regla siempre irme antes de que amaneciera. Con uno solo me quedé a dormir la primer noche. Y aquí me ves, enamorada. Todavía no lo creo.
Yo: Hiciste bien. El amor es una escalera mucho más fuerte. Si uno tiene amor, tiene confianza, y eso te hace crecer echando raíces al mismo tiempo.
Sofi: ...
Yo: Sí. Un día de estos voy a escribir un libro de autoayuda.
Igna: ¿Tanto cogiste?
Yo: No, es que tengo mala memoria.
Sofi: Yo la hice hace poco para competir con un amigo. Llegué hasta treinta.
Yo: Es bastante. Yo no creo que llegue a tanto.
Igna: ¿Las putas cuentan?
Yo: Claro que cuentan.
Sofi: No, para mi no cuentan.
Yo: Depende qué puta. Si fuiste al puterío no cuenta, pero si vino a tu casa si.
Igna: Igual no llego a treinta.
Sofi: Mi amigo sí llegó, empatamos.
Yo: ¿Conocen a alguna mujer que use el sexo como una escalera?
Sofi: Yo lo hice.
Yo: ¿Para llegar a dónde?
Sofi: A la buena vida, pero no fue conciente. Me dejé llevar. Todo empezó con unos panqueques.
Yo: Eso no tiene sentido. Si la marihuana es la puerta de entrada a las drogas, los panqueques lo deberían ser de la obseidad, no del sexo.
Sofi: Pues él me tentó al principio con panqueques de dulce de leche. Y yo caí. De todas maneras yo no tenía problemas en tirarme a cualquier chico. De joven mi mamá tenía miedo de que yo fuera ninfomana. Me llevó al psicólogo por eso.
Igna: ¿Y cómo sabía que andabas con tantos?
Sofi: Es que yo a mi mamá le cuento todo. Tenemos una relación muy buena.
Yo: ¿Y dónde está la escalera?
Sofi: Es que era un tipo muy bacán. Drogas, fiesta, departamento inmenso, coche de lujo, toda la bola. Yo le aclaré del principio que era solamente sexo. Y que me tiraba con otros tíos. Pero se lo pasaba bien.
Yo: ¿Y la escalera?
Sofi: ¡Esperaté! Y al rato él me dijo que ya había pasado un tiempo y que ya basta de andar con otros. Yo le dije que sí, pero le aclaré que no estaba enamorada. Que lo quería nomás. Después de un tiempo te encariñas. Luego se tuvo que volver a su país y me llamó para que me vaya con él a vivir en una super casa en la playa y que yo trabajaría de atender el hostel. Ya llego a la escalera... tranquilo!
Yo: Bueno.
Sofi: Me fui ahí y bueno, al tiempito me dijo de ya casarnos. Él estaba muy enamorado. Y lo pensé. No te digo que no lo pensé. Pero no pude.
Yo: Está bien. Fue una escalera involuntaria. Hay otras que usan el sexo como una herramienta para ir construyendo los escalones.
Sofi: El sexo es una herramienta.
Yo: No, el sexo puede ser una herramienta.
Sofi: Después del bacán estuve con tantísimos tipos. Pero tenía por regla siempre irme antes de que amaneciera. Con uno solo me quedé a dormir la primer noche. Y aquí me ves, enamorada. Todavía no lo creo.
Yo: Hiciste bien. El amor es una escalera mucho más fuerte. Si uno tiene amor, tiene confianza, y eso te hace crecer echando raíces al mismo tiempo.
Sofi: ...
Yo: Sí. Un día de estos voy a escribir un libro de autoayuda.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
FILOSOFÍA MUSICAL
.
El tango, nostálgico, se aferra al pasado.
La música electrónica, eufórica, vive el presente.
A mi me gusta el tango electrónico.
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El tango, nostálgico, se aferra al pasado.
La música electrónica, eufórica, vive el presente.
A mi me gusta el tango electrónico.
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