domingo, 25 de abril de 2010

FUNERALES II

CÓMO COMPORTARSE EN FUNERALES

REGLA 3:
No se apure. Procure manejarse con la mayor lentitud posible. Camine arrastrando los pies, bien despacio. Hable en voz baja y pronunciando correctamente cada letra. Al tocar a alguien, rócelo. Todo debe ser ténue, débil, gris. Como su estado de ánimo. No haga movimientos bruscos. Compórtese, para darse una idea global del asunto, como si estuviera desactivando una bomba.


REGLA 7:
Se aconseja no leer en el velatorio. No importa si hace doce horas que estrecha manos, gracias por venir, abrazo de compromiso y qué es de la vida de tía Peca. Su atención debe estar centrada, en lo posible, en el sufrimiento. Si necesita distraerse, hágalo con un diario y comente al pasar que está buscando la necrófila para ver si aparece el familiar y curiosear quienes fueron sus compañeros de viaje. No lea una novela. Jamás una historieta.


REGLA 21:
En caso de que le toque compartir vehículo con la esposa, madre o hijos del finado evite poner música de camino al cementerio. Si la incomodidad es demasiado grande y precisa cortar el clima, ponga blues. Nada movido.


REGLA 33:
Entienda cuál es su lugar al momento del descenso del cajón. La primera fila corresponde a los familiares directos, segunda para amigos cercanos y así. Evite empujones. Tome cierta distancia en señal de respeto.


REGLA 34:
Apague el celular de camino a la tumba. Si le es imposible hacerlo por la adicción que sufre para con ese aparato, al menos intente elegir un ringtone que genere clima como banda sonora.
Radiohead no estaría mal.


ANEXO: CÓMO COMPORTARSE EN FUNERALES JUDÍOS

REGLA 12:
Sea voluntarioso. Aférrese a una manija y ayude a cargar con el ataúd hasta el pozo correspondiente. Según la religión judía, los hijos no deben hacer este trabajo. Ya bastante cargaron con el muerto en vida.


REGLA 15:
Una vez finalizada la ceremonia, regrese al punto de orígen pero utilice un camino distino del que lo hizo al comienzo. No está claro por qué debe ser ésto, si por cábala o para que las otras tumbas se sientan más visitadas. Después de todo, somos parte de un mismo pueblo. Una vez fuera del cementerio está permitido volver a casa con el auto por el mismo camino del principio.


REGLA 20:
Importante. Antes de irse, lávese las manos al salir. Lo debe hacer con un recipiente. Primero con la mano izquierda dejando caer tres chorros a su mano derecha, y viceversa. Tampoco está claro la intención de este ritual, pero es útil de cualquier manera. Evita contagios y le saca el olor a muerte.

jueves, 22 de abril de 2010

PUERTA DE ENTRADA

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Si la marihuana es la puerta de entrada,
el beso es la marihuana del sexo.
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martes, 20 de abril de 2010

FUNERALES

Llego a Tablada y por fin entiendo la definición de cementerio. Mi cementerio de cabecera suele ser el Jardín de Paz. Ahí todo es verde, cuidado y privado. Hay árboles y pajaritos y las lápidas son sutiles. Están hundidas en el pasto, sin sobresalir. Si uno no se acerca a ver, casi que ni se da cuenta de que está en un cementerio. Dan ganas de hacerse un picnic sobre los muertos y todo. Además las calles tienen nombres preciosos. Mamá está enterrada en la esquina de calle destino y esperanza. Tablada es más realista. Ahora doblamos la calle 152 y vamos hacia la 243. Un número más, un número menos. Eso vendríamos a ser. Las lápidas erectas se apoderan del paisaje. Por todos lados cemento. Ahí caí: cementerio. Hoy toca despedir al abuelo de Mati. Este es mi funeral número ocho.


Cuando llegamos tuvimos que esperar unos veinte minutos. Tiempo muerto. Pero cuando arranquemos con la ceremonia también será tiempo muerto. Así que da lo mismo.
-¿Por qué esperamos tanto?
-Están lavando el cuerpo.
Linda imagen nos dejan en la mente. ¿Cómo se vestirán para hacer el trabajo? ¿Usarán mameluco? ¿Al cadaver lo desvisten y vuelven a vestir o todo el trayecto estuvo desnudo en el ataúd para ganar tiempo? Por lo menos no tuvimos que ver el cajón abierto. Los judíos preferimos que la última imagen sea otra. Salteando la imagen mental que nos acaban de generar. Esa no cuenta.


Para borrarnos la imagen del último baño organizamos una charla de café. Aunque no tenemos café. Estamos en un banquito típico de plaza, así que llamémosle charla de banquito. Observando a la abuela esperando sola en el carrito de golfista que la llevará hasta la tumba de su marido resolvemos que por lo general las mujeres sobreviven a sus hombres. ¿Por qué será esto?
1-Los señores suelen tener más edad que sus señoras.
2-Los hombres trabajaron toda su vida, algunas damas no.
3-Las mujeres se mantienen ocupadas hasta el final: ser madre y romper las pelotas son ocupaciones de toda la vida.
Hay que ver si cambia la tendencia cambia cuando nuestra generación termine de degenerarse.


Alguien comenta que nuestro viejo amigo Conejo trabaja en la AMIA y le hizo un descuento importante a la familia de Mati. Cincuenta por ciento de descuento, nada menos. Recuerdo que en el funeral de mi abuela el descuento había sido del 15 por ciento. Refunfuño. Todo mal con Conejo. Tiene preferencias.
-¿Sabés cuánto sale un funeral en Tablada?
-¿Cuánto?
-Banda. Algo así como 36.000 pesos.
Se me ocurre que es otra estrategia más para perpetuar al pueblo judío. Ya amenazan con descartarte si te casás con alguien de otra religión y te obligan a comer la comida preparada especialmente por judíos para asegurar el bienestar económico del clan. Ahora te tocan el bolsillo para arruinarte el último suspiro.
-Estoy tan deprimido que me moriría -se dicen los judíos-, pero no me alcanza la plata. Y se mantienen con vida.


Ahora sí caminamos por calle 152 hacia la 243. Alguien dice que no leámos los nombres de las lápidas, pero es inevitable. Samuel, Jacob, Aída, Shlomo. Los veinte nombres judíos conocidos repetidos por doquier. Y Chicha. ¿Qué hace Chicha acá? No sabía que valía poner apodos en lápida. Nunca vi la tumba de Tito a secas. Se prestaría a la confusión. Aunque la foto ayuda. Muchas lápidas tienen fotos. ¿De qué edad corresponde que sea la foto? Algunos los ponen ya abuelos, pero yo no comparto. Tiene que ser en la plenitud de la vida. ¿Cuándo es eso? Cuando ya estás asentado en lo profesional, conformaste una familia con hijos y supiste mantenerla. Ya lograste lo más difícil en la vida, ahora sólo te queda vivirla. Si alguna vez llego a cumplir ese objetivo, ¡sáquenme una foto! Esa es la sonrisa de mi lápida. Aunque cuando yo muera, las lápidas probablemente ya no tengan fotos, sino hologramas. Ir al cementerio va a ser mucho más alegre. Estoy convencidísimo.


La tumba espera abierta. Hay tierra al costado. Los hombres que bajan el cajón con cuerdas tienen botas de hule y el overol tajeado en la rodilla. No me parece. En mi funeral quiero que todos, incluso ellos, estén de frac.
-Ahora viene la peor parte -dice alguien.
-A menos que seas morboso.
El rabino invita a los familiares a ayudar a enterrar al ser querido. Pasan primero los hijos, toman la pala clavada en la pila de tierra, sacan un buen pilón y lo arrojan al agujero. La tierra golpea contra la madera. El sonido retumba, se siente en el pecho. Pasan otros familiares. El metal de la pala cruje contra el asfalto al juntar tierra. Escalofríos. La tierra cae de golpe. Retumba en el pecho. La secuencia se repite. Algunos prefieren acercarse y tomar un puñado de tierra pequeño para soltarlo con la mano. A eso estoy acostumbrado. El efecto es menos fuerte. Al final el rabino toma la pala y tira cuatro golpes de tierra. Alguien me explica que hay que cubrir el ataúd por completo. El resto lo harán más tarde los hombres de patas de hule. Mejor. Esto ya fue demasiado.


Regresemos al comienzo. Tantas lápidas. Por todos lados. Cada una dice la fecha de inicio y de final. María Goldstein, fall 8 jun 1984. Daniel Finkelstein, fall 14 oct 2001. Siempre fall. Me pregunto si todos murieron en otoño. ¿Será porque es el otoño de la vida? No. Probablemente yo sea demasiado infantil. Es difícil evitarlo. Hay que evadirse de lo que nos rodea. Buscar las tumbas más originales surge como la nueva evasión de lo impuesto. Zapping de lápidas.

Fanny L. de Palma
Gordita querida!!
Tu esposo, hijos y nietos.
(hay que ver si ella los hubiera dejado
escribir eso si seguía con vida)

Josefina Zaidel
Mujer virtuosa que apoyó a su esposo
para obras de solidaridad y ayuda al projimo.
(Esto lo escribió el marido para anotarse
un poroto frente a Dios y la comunidad).

José Lischinsky
Zeide! Papá! Hijo!
(No sabemos si este hombre vivía
de fiesta o era medio sordo).

Más y más lápidas. Pocos epitafios. Casi ninguno. Yo quiero tener un epitafio. Que mi tumba hable por mí. Que diga quién fui en vida. Algo más que cuando nací, cuando me fui y cuántos descendientes tuve. Pero resumirse en una frase no es fácil. Se me ocurre que quienes mejor nos definen son nuestros enemigos. No sé si lo leí en algún lado o si lo acabo de inventar. Igual imagino al Guasón graffiteando la tumba de Batman y me arrepiento. Es demasiado riesgoso.

Muertos. Por todos lados. Con Dani nos imaginamos cómo sería un cementerio chino. Barbaridad de gente enterrada.
-Para ahorrar espacio quizás les convenga enterrar únicamente las cabezas.
-Y que las pongan en una caja con resorte. ¡Sorpresa!
-No tiene por qué ser la cabeza -agrega Rochi-. Puede ser una parte del cuerpo. La más representativa. A un delantero la pierna derecha, a una estrella porno que le entierren la poronga, y así.
-No sé. A mi que me entierren entero, total soy compacto.
-Es verdad, no tiene sentido. Los chinos en general también son compactos.

Volvemos al punto de inicio. Damos los abrazos correspondientes. Nos vamos. Todavía me falta mucho por hacer, pero ya tengo un epitafio posible. Pase lo que pase, creo que me identifica. Y es una de las cosas importantes a lograr en vida. Va a ser genial. Vas a ver. No puedo esperar para verla. Pero mejor sí. Esperemos. Qué apuro hay. Aunque ya estoy poniendo en práctica el epitafio. No soy hipócrita. Siempre fui así. Y lo seguiré siendo. Vas a ver. Simple y directo. Fijate:

Fernando Milsztajn
Se hizo querer.

jueves, 15 de abril de 2010

PRO BONO

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Pro bono significa hacer trabajo voluntario.
¿El término es anterior o posterior a U2?
Porque hace rato que Bono nos quiere vender
su imagen de Hombre Buono que salva al África.
Bono se hace el pro porque hace pro bono.
Pero macri jamás hizo trabajo voluntario.
Siempre tuvo un interés detrás.
Me pregunto si Bono tendrá bonos
de la deuda externa tercermundista.
Para mí que south park tenía razón.
Bono es en el fondo una gran pila de.
Vean el capítulo:
http://www.southparkstudios.com/episodes/111250/
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INMOBILIARIA

Tiene patillas. No al nivel Wolverine, pero las tiene. Como todo vendedor, enseguida quiere ser nuestro compinche. No sea cosa de arriesgar la firma del contrato tan cerca del final.
-Justo una señora me preguntó por el local esta semana. Quedé en responderle, pobre. Se había entusiasmado.
Sí, justo. Hace cuatro meses no se alquila pero ayer casi que si. Justo.
Nos convida un café de su máquina express. El mejor café del país.
-¿Dónde conseguís un café así a $ 3,50, me querés decir?
-Si es de máquina, cómo sabés cuánto sale cada uno?
-Los sobrecitos se venden aparte. Son saborizados: capuchino, late, etc.
-Nunca podría tener uno de esos en casa. No quiero saber cuánto estoy gastando cada vez que me sirvo un café.
-Pero éste café... por favor.
Vamos al grano. Ahora leyendo el contrato resulta que somos todos judíos. Qué bárbaro. Vos parecés, vos no tanto. ¿Cuál es tu apellido? Como el premio nóbel, pero distinto. En la aduana hacen cada cosa. Y cerramos trato. El tipo está contento.
-Ya se viene el frío vieron, este verano me fui a Uruguay. Me encanta Uruguay. ¿Saben por qué a ellos les va tan bien? Porque no tienen bosteros ni peronistas. Si en Argentina no hubiera peronistas ni bosteros, el país que seríamos. Yo estoy pensando en hacerme uruguayo. Si gana Duhalde no lo dudo.
Hasta pronto, señor.

miércoles, 14 de abril de 2010

HERMÓGENES

Yo pensé que era mujer. Hermógenes. Rochi se había comunicado con él por mail para contratarlo como guía de nuestra excursión a Machu Pichu. Ya lo había oído nombrar varias veces sin prestarle debida atención y siempre lo imaginé con tetas. Hermógenes. ¿No es nombre de mujer? Hermógenes. ¿Será que tiene hermosos genes? Hermoso es una palabra demasiado femenina para formar parte del nombre de un hombre. Pero aquí estaba Hermógenes al fin, en vivo y en directo. Morenito. Cara de buenazo. Pidiendo disculpas por no tener más información. Siete personas encimándolo, exigiendo certezas. El alud en Machu Pichu fue inesperado, no es su culpa.
Pero la gente es así.
-¿Y la plata? ¿Nos van a devolver la plata?
-¡Qué plata ni plata! TENEMOS que ir. ¿A qué vinimos si no?
Yo tenía fe. No se por qué. Porque era mejor que no tenerla. La gente como loca, nerviosísima. Todos contra Hermógenes.
-¿Vamos a subir?
-¿Vamos a subir no?
Yo jugaba con un loro verde que había suelto por ahí. Los loros son más divertidos de lo que pensaba. Me compraría uno si no sintiera que impedirle volar libremente a un pajarraco es más cruel que tener un perro encerrado en la cocina.
-¡Hablá Hermógenes!
-¡Habla hermano!
-Disculpas.
Ya se. Hermógenes es igualito a Oski Guzmán. No me salía el nombre. Ahora puedo dormir en paz.
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Tres días después subíamos con Hermógenes una montaña de camino a una excursión alternativa. Vendría a ser la suplente de la suplente de Machu Pichu (la suplente de Machu Pichu también tenía el camino lesionado). Yo tenía fe. Era mejor que lo otro. Aceptar lo que viene es la mejor actitud posible. Ojalá pudiera mantener esa ideología el resto del año. No se qué me pasaba. No soy zen, ni budista, a veces ni siquiera optimista. Pero por esos días estaba así. Ah, las vacaciones.
-Yo estuve dos años en la milicia -me cuenta Hermógenes-. Ahí aprendí a que me insulten sin que me importe.
Eso explica su calma bondadosa frente a las tres tristes turistas tremendas que trinaban ante el imprevisto y trataban de tratarlo tan mal a propósito. Zorras.
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Decidí sacarle toda la vida de la boca al tal Hermógenes. La caminata era larga y a mis amigos ya me los sabía de memoria. Además, noté que él tenía ganas de hablar. Decía cosas como:
-Los peruanos son todos delincuentes. Eso es lo que piensa la gente que no nos conoce. ¿Y sabes por qué es? Por culpa de Lima. En Cuzco no somos así.
O bien:
-Yo era chico cuando mi familia se hizo evangelista, y tuve que seguirles la corriente. Pero luego encontré mi propia forma.
También:
-¿Ustedes en los cumpleaños hacen una fiesta? Nosotros matamos un chancho.
Ya saben. Fenómeno el tipo. Un tipo fenómeno.
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Hermógenes venía de una familia muy grande. Eso estaba bien visto en la sociedad peruana. Cuanto más grande la familia, más importante el apellido. Él tenía diez hermanos, y por eso su padre era muy respetado. Casi fue alcalde de la ciudad. Cuán importante, pensé en su momento. Luego aprendería que en los pueblos de Perú suele haber aproximadamente un alcalde por manzana. Así cualquiera.
-Luego la cosa cambió. Ahora no es lo mismo. Hay menos familias grandes desde que Fujimori instaló la educación sexual para disminuir las enfermedades y controlar la natalidad. A una conocida mía en la operación de parto le cerraron las trompas del falopio sin avisarle. Se enteró años después, cuando su hijito ya iba al jardín. Todavía está en juicio por eso.
Épale, pensé yo. Cosas que pasan, dijo él. No deberían, dije yo. Es lo que hay, dijo él. Esto mismo: épale.
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Siguiendo el relato familar, resulta que el padre de Hermógenes -alcalde de Calle Inca al 700 hasta Calle Inca al 400- púfate se muere. ¿Qué se hace con la viuda? Ahí queda, solita para siempre, como debe ser. Pero nueve años después la madre de Hermo (única vez que le dije así, enseguida me sentí el novio y abandoné el apodo) se juntó con otro hombre. Imperdonable.
-Eso no está bien visto. Muchas familias nos miraron mal. ¿Pero qué puede hacer ella? ¿No puede ser feliz? Uno tiene que hacer lo que lo hace feliz.
Modernito el Hermógenes. Con razón no se hizo evangelista. Él tenía su propia forma. Y ahora me cuenta del nuevo hombre de su santa madre. No era cualquier hombre. Ese hombre venía directo de prisión. Lo que no significa que fuera mala gente.
-Sufrió quince años de condena. Le devolvió un golpe a un viejo en un bar. El viejo cayó mal y murió. Quince años.
Hermógenes dice que al principio el hombre tuvo que aliarse a ciertas bandas dentro de la prisión para defenderse. Luego, con tiempo libre, decidió adoptar un oficio y aprendió a tejer. Se pasó quince años tejiendo. Y más también. Todavía teje.
-Te hace una alfombra en dos días.
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Muy lindo el pastito, pero todo subida, todo subida, todo subida. Y la altura. Los labios secos. Frenar cada cien metros. Hay que tener paciencia. Por eso escuchar a Hermógenes es de gran utilidad. Él es el único que puede gastar su saliva en relatos. La nuestra es demasiado poca, hay que racionarla.
Así seguimos, ya falta menos.
-Hay un pueblo de adivinos en Perú. Tiran la coca y te dicen pasado, presente, futuro. Algunos de ellos también hacen magia negra, pero no son muchos. A un amigo mío que tenía mucho ganado le hicieron un hechizo por envidiosos. Se le fueron muriendo las vacas. Toditas. Adentro de los intestinos les encontraron clavos y alambres.
-Entonces le dieron de comer eso y las mataron así. No jodamos.
-¡No, no! Fue el hechizo.
Parece que hay otro pueblo donde la gente vive 120 años promedio. Se llama Willoc. ¿Willow? No, Willoc. Willow es un enano de película. En Willoc la gente vieja sigue siendo joven. ¿Por qué? Porque comen verduras. Todo el tiempo. A los setenta años me voy a mudar ahí. Espero que no sea demasiado tarde para ser viejoven. Tampoco es cuestión de comer sólo verduras desde los veinte años en adelante. Así no tiene gracia llegar despierto al 2080.
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Seguimos caminando. Siempre caminando. Un consejo: nunca preguntes cuánto falta. Siempre (siempre) te responden que diez minutos. Ya no importa. ¿A qué vinimos sino? El paisaje es bonito, comimos palta fresca con tomate, corrimos a un grupo de ñandúes y tenemos estas historias que son tan lindas que no es necesario creérlas para disfrutarlas. Todo gracias a un hombre con nombre de mujer, ojos entrecerrados y cara de buenazo que, como si fuera superman, dice:
-Yo soy contador, estas son mis vacaciones.
También son mis vacaciones. Y tengo fe. No se por qué.
Ojalá me dure.

lunes, 5 de abril de 2010

MELANCOLMO

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Una noche
estuve tan feliz.
Ni podía imaginar
cuánto tiempo pasaría
hasta estar
tan feliz de nuevo.
Eso me puso triste.
Estaba tan feliz
que estaba triste.
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viernes, 2 de abril de 2010

ESTAMOS EN VENTA

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Leer en la plaza en Cuzco
te convierte en candidato.
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Llega el lustrabotas.
Tiene once años, quiere limpiar mis zapatillas, está decididísimo.
-Los zapatos se lustran, las zapatillas se usan -le digo.
-Yo se las limpio don -me agarra el pie derecho y ya casi empieza.
-No, en serio. Yo a las zapatillas las dejo ser. No soy de limpiar en detalle mi ropa. En todo caso la lavo. Pero fijate que jamás en la vida fui a una tintorería.
Me mira con cara de no entender.
Por favor, permiso, y sigue.
Tengo que tocarle el hombro y echar los pies para atrás.
Le pregunto algunas cosas.
Dice que trabaja de 7 a 15hs.
Que vive bien.
Que colecciona billetes de países.
Me pide alguno de regalo.
Atorrante.
Pero saca ejemplares de su colección,
y mira los colores, las texturas, los próceres.
Los mira en detalle, como un chico.
Le digo que ya tiene sombra de bigote.
Se ríe.
Tiene que aprovechar lo que le queda,
antes de que el bigote le crezca del todo.
Y los billetes sean simples billetes.
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Ahora la vendedora de guantes
insiste, insiste, insiste.
Es mayorcita, veintidos años.
Dice por favor 34 veces.
Pregunto si le gusta lo que hace.
Estar al sol, hablar con turistas.
Dice que le cuesta.
Y lo disfruta.
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Camino cuesta arriba hacia la excursión,
veo a un perrito miniatura en el pasto.
¿Los cachorros y bebés son más lindos
porque necesitan que alguien los cuide?
¿La naturaleza los hace así por supervivencia?
¿o será su actitud de no darse cuenta?
Esa inocencia.
Me
gusta
que
los
cachorros
muerdan
mis
orejas.
La dueña se llama Noa, es azafata.
Dice que compró al perrito
por 20 soles
debajo de un puente.
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Salimos del bar.
Tres de la mañana.
Dos nenes y una nena
se nos pegan a las piernas
como mosquitos nocturnos
que venden chicles globo.
-Me comprás unos chicles?
-Están todas las noches a esta hora?
-Sí, me comprás unos chicles?
-Y a qué hora se despiertan?
-A las 5 de la mañana, me comprás unos chicles?
No deja de tirarme de la remera.
Acerco mi nariz a la suya.
Queda pegadita pero sin tocarla.
Y pongo los ojos bizcos.
Élla me sopla fuerte los ojos.
Pudo haberme dejado así para siempre.
Pero era mentira.
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