viernes, 14 de agosto de 2009

NO TAN DISTINTOS

Viajaba en coche desde Miami a Nueva York. Para mayor comodidad iba en musculosa y con la ventana abierta. Ya está demasiado acostumbrado a sufrir el calor. Es una parte suya desde que decidió que Dios existe y quiere expresamente que él y todos los que son como él se dejen la barba bien larga y cubran el 90 por ciento de su cuerpo para no tentar a las mujeres. Por eso su cabeza siempre termina en sombrerito.

Él se traga el calor en silencio. Uno puede cruzarse en la calle con su sobretodo a 40º y empezar a transpirar sólo de verlo, de imaginarse viviendo debajo de su barba. Pero él sonríe y minimiza los comentarios. No es para tanto. Pequeños sacrificios de un judío ortodoxo.

Sin embargo, ahora está solo en la ruta, y en musculosa.

Pero le dan ganas de hacer pis y tiene que frenar al costado de un local de venta de sándwiches al paso. Antes de salir, entiende que Dios se enojaría si baja del coche en musculosa para que todas las chicas bien se tienten con su cuello y sus brazos desnudos. El pis fuerza por salir y él no tiene tiempo de vestirse como Dios manda. Entonces agarra el sobretodo y se esconde ahí dentro.

Sale del auto como si estuviera en la Antártida. El cuello encogido como tortuga y el sobretodo largo apretado bien fuerte para que no se le escape nada de piel. Él abrazándose a sí mismo entra al local y pide pasar al baño con su barba larga a la vista de todos. Le dicen al fondo a la derecha, por supuesto.

Cuando camina hacia allá ve a la gente sentada en el mostrador agarrar sus sándwiches apurados y salir del local. Tres o cuatro, al mismo tiempo. Se sorprende sin entender. Mira a su derecha y observa cómo una mujer sentada en una mesita levanta la vista y lo ve. Abre los ojos bien grandes, aterrorizada, y huye del local a toda prisa. Él empieza a sospechar que tiene algo que ver con la fuga absoluta de la población del local de sándwiches. No entiende por qué.

Retrocede sobre sus pasos y sale del local. La gente que huyó de ahí dentro sigue corriendo por la calle, a una cuadra de distancia. Él se mira a sí mismo, con la barba larga y el sobretodo largo apretado a su cuerpo, como si estuviera escondiendo algo ahí dentro.

Recién ahí entiende que está en Estados Unidos y se ríe.

Entra al local nuevamente y le pide disculpas al dueño por haber espantado a su clientela. Sonríe de camino al baño. Los judíos ortodoxos y los árabes terroristas no son tan distintos como él pensaba.

Mañana decidirá descartar ese pensamiento.

2 comentarios:

tatatata dijo...

me encanto "cuando ya no importa" pero ya no importa

Firulo dijo...

cómo que no importa? a mi si eh. a tu amiga supongo que ya no, es cierto.