Tiene una bici de dos pisos. En la planta baja están las ruedas, en el primer piso los pedales y en el segundo el asiento.
¿Cómo se sube uno a esta cosa?
-Es como subirse a un caballo –simplifica Juan Manuel.
Lo dice como si fuera fácil. Me da verguenza admitirlo, pero siempre que subí a un caballo necesité la ayuda del hombre que los alquila. Y si bien el caballo es menos obediente que la bici, si uno le suelta las riendas este rara vez se cae de costado.
-Pensá en los pedales como si fueran los estribos.
-¿Y cómo hacés para bajar si querés frenar en un semáforo?
-Desmontás y listo. Como con un caballo.
Juan Manuel me cae bien. Hace un rato compró cinco películas de mi ciclo de cine. Se quedó después de la función para charlar y, dato importante, al comprar la entrada tuvo la delicadeza de pagarme justo. Casi le doy un abrazo. La última vez que había venido, hace casi un año, vino a ver Koyaniskaatsi, lo que indica que es cinéfilo y humanitario. Eso de todas maneras ya se intuía por su vestimenta:
1-Lleva puesto los anteojos que usaría Rodolfo Walsh.
2-Su pelo, alegremente desordenado, le recorre la nuca hasta el final.
3-Usa camisa a cuadros y gorro de lana del tipo Jacques Coustau*.
4-Usa borcegos. ¿O zapatillas de lona topper? No recuerdo, pero ambas sugieren cierta conciencia social. Aunque los borcegos pueden significar lo opuesto.
*
A Jacques Coustau lo aprecio mucho más desde que vi a Steve Zisou, su alter ego, en la película de Wes Anderson. Siempre me sorprendí que ese hombre tan agudo en reflexiones usara una camisa azul, gorrito de lana rojo y se dedicara a salvar ballenas. Algunas de sus pensamientos meditados en medio del océano:
-Un egoísta es aquel que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú te estas muriendo de ganas de hablarle de ti.
-La juventud sabe lo que no quiere antes de saber lo que quiere.
-La moda muere joven.
-Los espejos deberían pensárselo dos veces antes de devolver una imagen.
-Sentir antes de comprender.
Más tarde aprendí que Cocteau es también poeta, pintor, coreógrafo, y, en general, otra persona distinta.
-¿Cuántas veces te la diste? ¿Me mostrás tus cicatrices?
-Es curioso –dice Juan Manuel-, casi la totalidad de las personas que se acercan a preguntarme sobre mi bici se centran en sus complicaciones. Solo uno empezó preguntándome qué se siente manejándola. Creo que tiene que ver con que la gente en general tiende a pensar en los conflictos como punto de partida. Piensan en el no antes que el sí. ¿Viste que muchos dicen que no a principio de cada oración casi por instinto? ¿Vamos a Brazil? No, me encanta Brasil! ¿Dónde compraste esa remera? No, no sabés cuánto me salió... ¿Te gusta mi bici? No, está buena en serio che.
¿Ya dije que Juan Manuel me cae bien? Tiene un pito de árbitro colgándole del cuello. No confundirse con un pene de árbitro, ese sería un collar de barrabrava. Este es un silbato. ¿Para qué? Para que el tráfico lo respete. Cuando lo quieren encerrar, le impiden el paso o hacen maniobras que lo complican, él prrriiii!. Los conductores se imaginan un policía, se contienen de hacer cualquier maldad que pueda ser penada por la ley y Juan Manuel sigue pedaleando, observando todo desde la altura de un chofer de colectivo.
-Es una experiencia increíble. En especial en la ruta. Este verano me voy de viaje al norte.
Le saca el candado y caminamos juntos hacia la esquina. Juan Manuel tiene el brazo bien en alto para llegar al manubrio y arrastrarla. Es como si sacara a pasear a una jirafa. Me da una tarjeta de subte. Del otro lado está impreso el sello de su creación: Oniriciclos.com
-¿Vos también hacés un ciclo de cine onírico?
-No. Yo fabrico las bicis altas, tengo varios modelos. En chile a la bici le dicen cletas, en Colombia, ciclos. La idea es transmitir esta sensación de ensueño en el viaje e iniciar el vínculo con las personas. Al vernos andando se acercan. Les llama la atención. Después lo completamos invitándolos a lecturas y proyecciones que organizamos.
Un borracho emerge. Tiene una bolsa atada a su pierna derecha, le faltan dientes y se acerca en actitud punga. La enormidad de su mamúa me ataja parte del miedo (eso me da cierta ventaja) y la otra parte me la ataja la tranquilidad de Juan Manuel. Jamás se inmutó. Manejar semejante vehículo debe convertirlo en un tipo de superhéroe.
-¡No! ¡Ustedes deténgase ya mismo! ¡Yo soy el hijo de Macri! ¡Tienen que darme dos pesos! ¡Se lo pido bien!
-Mentira. No lo pediste bien.
-¡Soy el hijo de Macri! ¡Vamos a la comisaría ya mismo!
Parece más el hijo del Negro Zamora, ex jugador de Newells, pero quizás se hacía llamar hijo de Macri porque él fue el que causó su indigencia.
-Disculpe, estamos teniendo una conversación. ¿Vamos para alla? –insiste Juan Manuel con total tranquilidad. En caso de emergencia imagino que de un tirón me subirá a su oniribici y escaparemos volando por el cielo.
Seguimos camino hablando de cine. El hijo de Macri camina a la par nuestro. Discutimos la última película Charly Kauffman y él, como yo, defiende a los guionistas. El hijo de Macri quiere meter bocado, pero no tiene bien masticado el tema. Jua Manuel dice que los Oscar pueden ser un mamarracho en todas las categorías menos en las de vestuario y guión. Una película nominada al Oscar a mejor guión nunca es un fiasco. El hijo de Macri no parece estar de acuerdo. A Juan Manuel le sorprendió que cuando vio El Perro en el cine, él y cinco personas se reían en unos momentos y el resto del público en otros.
Pasamos frente a la comisaría. El hijo de Macri, enojado, cabecea.
-¿Vamos adentro? ¡Vamos!
-Andá yendo, ahora te seguimos –respondo yo en voz casi inaudible.
Pero el hijo de Macri persiste. Y ya en la esquina, aprovechando el semáforo en rojo, prefiero despedirme y cruzar hacia mi parada de colectivo.
Llego a la vereda de enfrente, me doy vuelta y veo a Juan Manuel tomando velocidad con su jirafa.
Levanta el pie hasta el pedal y se sube de un tirón.
Como un caballo.
Gira la cabeza, alza su brazo y lo mantiene en alto.
Como el llanero solitario.
Nos volveremos a ver.
P.D: http://www.youtube.com/watch?v=98ff52fF5AM&feature=related
jueves, 28 de octubre de 2010
martes, 12 de octubre de 2010
MATADERO CINCO
Algunas frases de este buen libro de Kurt Vonnegut sobre la guerra con ciencia ficción y alguna que otra idea filosófica interesante:
1.
Si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería, solo queda gente muerta que nada dice ni desea; todo queda silencioso para siempre. Solo los pájaros cantan.
2.
Cuando una persona muere, solo muere aparentemente. Continúa estando muy viva en el pasado, y por lo tanto es muy estúpido que la gente llore en su funeral. Todos los momentos, el pasado, el presente y el futuro, siempre han existido y siempre existirán. Los tralfamordianos pueden contemplar todos los momentos diferentes de la misma forma que usted, por ejemplo, puede observar cualquier trecho de las Montañas Rocosas. Se dan cuenta de la permanencia de todos los momentos.
3.
-¿Por qué te llaman Billy en lugar de William?
-Por razones comerciales.
Y era cierto. Su suegro le dijo a Billy que alentara a la gente a que le llamara Billy, porque ese es un nombre que queda fijado en la memoria y porque, además, hacía que las personas le consideraran amigo suyo inmediatamente.
4.
Los seres humanos del interior del vagón organizaron turnos para repartir el estar echados o a pie. Hacían sus funciones evacuadoras en cascos de acero que luego pasaban a los que estaban en los ventiladores para que los vaciaran. Billy era un vaciador.
5.
En el octavo día, el vagabundo cuarentón le dijo a Billy:
-Esto no está tan mal. Yo puedo estar cómodo en cualquier parte.
-¿De veras? -preguntó Billy.
En el noveno día, el vagabundo murió. Así sucedió.
Sus últimas palabras fueron:
-¿Tu crees que esto está mal? Pues no, no lo está.
6.
Billy se dejaba guiar por el miedo y la falta de miedo. El miedo le decía cuando detenerse. La falta de miedo le decía cuando seguir adelante.
7.
Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos por lo que son, momentos. (...) He visitado treinta y un planetas habitados del universo, y he estudiado informes de otros cien. Sólo en la Tierra se habla de libre albedrío.
8.
Rosewater le dijo al psiquiatra:
-Creo que ustedes, muchachos, van a tener que inventarse un buen montón de mentiras bien dichas, o la gente no querrá seguir viviendo.
9.
La mayoría de los tralfamordianos no podían saber que el cuerpo y el rostro de Billy no eran hermosos. Creían que era un espléndido ejemplar humano, y esto influía de forma agradable en el estado de ánimo de Billy. Por primera vez en su vida disfrutaba de su cuerpo.
10.
Solo existe una solución para los terrícolas, si se proponen de veras practicarla: ignorar los malos momentos y concentrarse en los buenos.
11.
Ser pobre no es ninguna desgracia, pero puede serlo.
12.
El americano cree muchas cosas que obviamente son falsas. De ellas, la más destructiva es su convencimiento de que cualquier americano puede hacer dinero con facilidad.
13.
¿Ha puesto alguna vez un espejo en el suelo y un perro encima de él? El perro mirará hacia abajo, y de pronto se dará cuenta de que no existe nada debajo de sus patas. creerá que se mantiene en el aire y dará un enorme salto.
14.
Trout había escrito un libro sobre un árbol que daba dinero. Tenía por hojas billetes de veinte dólares. Sus flores eran bonos del gobierno y sus frutos diamantes. Atraía a los seres humanos, que se mataban los unos a los otros al pie del árbol, fertilizándolo.
15.
Uno de los principales efectos de la guerra es que la gente pierde la fuerza de ánimo suficiente para conservar su personalidad.
1.
Si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería, solo queda gente muerta que nada dice ni desea; todo queda silencioso para siempre. Solo los pájaros cantan.
2.
Cuando una persona muere, solo muere aparentemente. Continúa estando muy viva en el pasado, y por lo tanto es muy estúpido que la gente llore en su funeral. Todos los momentos, el pasado, el presente y el futuro, siempre han existido y siempre existirán. Los tralfamordianos pueden contemplar todos los momentos diferentes de la misma forma que usted, por ejemplo, puede observar cualquier trecho de las Montañas Rocosas. Se dan cuenta de la permanencia de todos los momentos.
3.
-¿Por qué te llaman Billy en lugar de William?
-Por razones comerciales.
Y era cierto. Su suegro le dijo a Billy que alentara a la gente a que le llamara Billy, porque ese es un nombre que queda fijado en la memoria y porque, además, hacía que las personas le consideraran amigo suyo inmediatamente.
4.
Los seres humanos del interior del vagón organizaron turnos para repartir el estar echados o a pie. Hacían sus funciones evacuadoras en cascos de acero que luego pasaban a los que estaban en los ventiladores para que los vaciaran. Billy era un vaciador.
5.
En el octavo día, el vagabundo cuarentón le dijo a Billy:
-Esto no está tan mal. Yo puedo estar cómodo en cualquier parte.
-¿De veras? -preguntó Billy.
En el noveno día, el vagabundo murió. Así sucedió.
Sus últimas palabras fueron:
-¿Tu crees que esto está mal? Pues no, no lo está.
6.
Billy se dejaba guiar por el miedo y la falta de miedo. El miedo le decía cuando detenerse. La falta de miedo le decía cuando seguir adelante.
7.
Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos por lo que son, momentos. (...) He visitado treinta y un planetas habitados del universo, y he estudiado informes de otros cien. Sólo en la Tierra se habla de libre albedrío.
8.
Rosewater le dijo al psiquiatra:
-Creo que ustedes, muchachos, van a tener que inventarse un buen montón de mentiras bien dichas, o la gente no querrá seguir viviendo.
9.
La mayoría de los tralfamordianos no podían saber que el cuerpo y el rostro de Billy no eran hermosos. Creían que era un espléndido ejemplar humano, y esto influía de forma agradable en el estado de ánimo de Billy. Por primera vez en su vida disfrutaba de su cuerpo.
10.
Solo existe una solución para los terrícolas, si se proponen de veras practicarla: ignorar los malos momentos y concentrarse en los buenos.
11.
Ser pobre no es ninguna desgracia, pero puede serlo.
12.
El americano cree muchas cosas que obviamente son falsas. De ellas, la más destructiva es su convencimiento de que cualquier americano puede hacer dinero con facilidad.
13.
¿Ha puesto alguna vez un espejo en el suelo y un perro encima de él? El perro mirará hacia abajo, y de pronto se dará cuenta de que no existe nada debajo de sus patas. creerá que se mantiene en el aire y dará un enorme salto.
14.
Trout había escrito un libro sobre un árbol que daba dinero. Tenía por hojas billetes de veinte dólares. Sus flores eran bonos del gobierno y sus frutos diamantes. Atraía a los seres humanos, que se mataban los unos a los otros al pie del árbol, fertilizándolo.
15.
Uno de los principales efectos de la guerra es que la gente pierde la fuerza de ánimo suficiente para conservar su personalidad.
viernes, 8 de octubre de 2010
BOTELLITA ARROJADA AL FACEBOOK
Hola Pato, cómo va?
Antes que nada te aviso: no nos conocemos ni tenemos amigos en común ni quiero venderte algo ni soy un tipo raro ni soy spam.
Este es simplemente un mensaje freakie.
Como una botella de naufrago, aunque no esté solo en una isla.
Un experimento.
Te cuento:
Fui a ver a Regina Spektor el miércoles y me di cuenta que soy más fan de lo que pensaba. Tampoco TAN fan, pero me encantan sus letras, voz y singularidad.
A mitad del show se me ocurrió que tendría mucho en común con una chica a la que le encantara Regina Spektor y no tuviera quince años. Me divirtió la idea de que con ese dato alcanzara para congeniar porque resumiría varias cosas:
1-Simpatía por la picardía.
2-Gusto por la literatura.
3-Cierto conocimiento de inglés.
4-Algo de melancolía.
5-Una cuota de existencialismo.
6-Probable tendencia a la petisura.
Esta última es cuestionable:
No por apreciar a Regina una chica necesariamente sea petisa. Pero noté en el recital que, al igual que en el de Radiohead y las Fiestas Bubamara, el público es más petiso.
Por supuesto que la lista es arbitraria y podría seguir hasta el nº 23 con más y más delirio. Pero con eso alcanzaba por ahora.
Si leíste hasta acá, ya es bastante. Perdoná que me falte para escribirte el resto, pero como dije más arriba: es un experimento.
Como suelo escribir y pensar ideas, mi mente despegó a mitad del show escribiendo en el aire una idea para un cortometraje que comenzaría con un chico que decide esto mismo: que su próxima novia tiene que ser fan de Regina. Y decide buscarla a través del Facebook, eligiendo a una al azar por lo que le genera su foto de perfil.
En realidad la foto tenía que mostrar parte del cuerpo, no la cara, porque la idea era llevar el corto hacia una cita a ciegas que fuera verdaderamente a ciegas (es decir, en la total oscuridad, como si fueran ciegos) y que a partir de la conversación cada uno fuera imaginándose al otro. Pero elegí la tuya por tener un elemento indispensable, quizás el más imprescindible: la picardía.
Nota para mi:
Otro adjetivo a incorporar en la chica que es fan de la rusa es witty, no se su traducción en castellano. Buscarla.
Segunda nota para mi:
La isla de los wittys, el show que veía de chiquito, quería decir que esos muñecos eran ingeniosos, sarcásticos o irónicos?
No lo parecían.
Perdón por esto último. Si no me anoto cosas me las olvido.
Llegando casi al final del mail, lo malo de la idea es que no pude frenarla y la segunda mitad del show de Regina la viví un poco más ausente. Luego comentándolo con mi hermana y un amigo, que vinieron conmigo, me enteré que a ellos les pasó lo mismo. Parece que Regina nos hizo disparar la mente. ¿A vos te pasó?
Por penúltimo no me parecía coherente escribir el corto sin antes intentar hacerme cargo y tratar de llevarlo a cabo sin importar los desenlaces. Para ver hacia dónde lleva y, quizás, robar ideas de la realidad para incorporar al corto.
Por último, trataría de que no seamos amigos de Facebook, así no nos vemos más las caras de lo que deberíamos y mantenemos algo del concepto de cita a ciegas, aunque nunca la tengamos.
Listo, botellita tirada al océano.
Deseémosle (o desiémosle?) suerte..
beso
fer
Antes que nada te aviso: no nos conocemos ni tenemos amigos en común ni quiero venderte algo ni soy un tipo raro ni soy spam.
Este es simplemente un mensaje freakie.
Como una botella de naufrago, aunque no esté solo en una isla.
Un experimento.
Te cuento:
Fui a ver a Regina Spektor el miércoles y me di cuenta que soy más fan de lo que pensaba. Tampoco TAN fan, pero me encantan sus letras, voz y singularidad.
A mitad del show se me ocurrió que tendría mucho en común con una chica a la que le encantara Regina Spektor y no tuviera quince años. Me divirtió la idea de que con ese dato alcanzara para congeniar porque resumiría varias cosas:
1-Simpatía por la picardía.
2-Gusto por la literatura.
3-Cierto conocimiento de inglés.
4-Algo de melancolía.
5-Una cuota de existencialismo.
6-Probable tendencia a la petisura.
Esta última es cuestionable:
No por apreciar a Regina una chica necesariamente sea petisa. Pero noté en el recital que, al igual que en el de Radiohead y las Fiestas Bubamara, el público es más petiso.
Por supuesto que la lista es arbitraria y podría seguir hasta el nº 23 con más y más delirio. Pero con eso alcanzaba por ahora.
Si leíste hasta acá, ya es bastante. Perdoná que me falte para escribirte el resto, pero como dije más arriba: es un experimento.
Como suelo escribir y pensar ideas, mi mente despegó a mitad del show escribiendo en el aire una idea para un cortometraje que comenzaría con un chico que decide esto mismo: que su próxima novia tiene que ser fan de Regina. Y decide buscarla a través del Facebook, eligiendo a una al azar por lo que le genera su foto de perfil.
En realidad la foto tenía que mostrar parte del cuerpo, no la cara, porque la idea era llevar el corto hacia una cita a ciegas que fuera verdaderamente a ciegas (es decir, en la total oscuridad, como si fueran ciegos) y que a partir de la conversación cada uno fuera imaginándose al otro. Pero elegí la tuya por tener un elemento indispensable, quizás el más imprescindible: la picardía.
Nota para mi:
Otro adjetivo a incorporar en la chica que es fan de la rusa es witty, no se su traducción en castellano. Buscarla.
Segunda nota para mi:
La isla de los wittys, el show que veía de chiquito, quería decir que esos muñecos eran ingeniosos, sarcásticos o irónicos?
No lo parecían.
Perdón por esto último. Si no me anoto cosas me las olvido.
Llegando casi al final del mail, lo malo de la idea es que no pude frenarla y la segunda mitad del show de Regina la viví un poco más ausente. Luego comentándolo con mi hermana y un amigo, que vinieron conmigo, me enteré que a ellos les pasó lo mismo. Parece que Regina nos hizo disparar la mente. ¿A vos te pasó?
Por penúltimo no me parecía coherente escribir el corto sin antes intentar hacerme cargo y tratar de llevarlo a cabo sin importar los desenlaces. Para ver hacia dónde lleva y, quizás, robar ideas de la realidad para incorporar al corto.
Por último, trataría de que no seamos amigos de Facebook, así no nos vemos más las caras de lo que deberíamos y mantenemos algo del concepto de cita a ciegas, aunque nunca la tengamos.
Listo, botellita tirada al océano.
Deseémosle (o desiémosle?) suerte..
beso
fer
domingo, 3 de octubre de 2010
TENGO QUE COMPRARME UN PERRO
Nos juntamos a fumar uno y escribir en el aire. Él y yo. Cada vez menos colegas, cada vez más amigos. Esta vez definimos que nuestro protagonista usa un Ford Sierra, toma viagra y es capaz de cambiar de camisa a la mitad del día para apaliar el chivo.
-¿Querés tomar algo?
-Agua, si tiene.
Abro la heladera para servirle.
-¿No tiene agua tibia?
-¿Tibia?
-Sí, de la canilla está bien. Me gusta tibia.
Le apoyo el vaso sobre el escritorio mientras él chequea sus mensajes en el celular y cambia de expresión en un segundo. Hay un mensaje desesperado de su ex, la madre de su hija, porque se quedó sin luz y se le iba a pudrir toda la compra del supermercado. Él llama, ella no atiende. Por su nueva expresión -terror, manos temblorosas, ¿posible desmayo? -parece que está pasando algo más grave que una leche cortada.
-Usted no la conoce, ella es capaz de cualquier cosa. Me voy a tener que ir.
Le abro la puerta, está nerviosoparonoico.
-¿No me acompañaría?
-¿Yo? ¿Para qué?
-Para asegurarme de que todo esté bien. Es acá cerca.
Tiene miedo en los ojos, no se por qué. ¿Qué estará pensando?
- No se en qué puedo ayudar a ir a lo de tu ex. ¿Para calmarla? ¿Por si quiere atacarte? ¿Para hacer de buffer entre ustedes?
-Me sentiría más tranquilo si viniera.
No se si exagera o algo terrible nos va a suceder. De todas maneras, cuando se pide un favor así por primera vez, hay que hacerlo.
La próxima quedará asentado el antecedente.
Bajamos y me dice de tomarnos un taxi.
-¿No era acá nomás?
-Sí, acá. Treinta cuadras.
Me lo quedo mirando. Es de noche, bien tarde, y no se a dónde me está llevando.
-Yo pago la ida y la vuelta.
Sigo mirándolo en silencio. Quiero que me explique por qué me necesita.
-Ni siquiera tiene que bajarse del taxi: salgo, le hago la señal de que está todo ok y se vuelve.
Me subo.
En el viaje no hablamos. Él está imaginando lo que nos encontraremos al llegar, yo miro por la ventana el movimiento de la ciudad. Es un lunes a las dos de la mañana y en la calle hay gente yendo y viniendo para encontrarse. Si estuviéramos en un pueblo habría oscuridad total y algún que otro perro vagabundo. Si estuviéramos en el campo, silencio de muerte y mil estrellas. Si estuviéramos en Europa, frío helado y todo cerrado. Buenos Aires tiene sus ventajas. A veces nos olvidamos.
Llegamos. Me abre la puerta para que baje del taxi, por supuesto.
Vamos al portero del edificio y tocamos timbre.
-El tema es que si no hay luz no le va a sonar el portero.
-¿No trajiste la llave?
-No la tengo.
-¿Y a qué vinimos?
Alguien atiende y dice algo que no llego a escuchar. Él suspira aliviado.
-Ahora baja. Parece que está todo bien. ¿Quiere esperar a media cuadra?
Me lo quedo mirando en silencio por tercera vez esta noche. Voy.
Estoy a media cuadra imaginando a su ex. ¿Estará toda despeinada? ¿Tendrá una bolsa con carne descongelada en la mano? Mientras tanto veo el palier del edificio que está a media cuadra de mi colega y su ex mujer. Hay dos sillones individuales de pana verde, una alfombra roja, una lámpara de pie. Parece un living de abuelos buenos. ¿Quién decora los paliers? ¿Existirá un curso intensivo para decoradores de paliers?
Voy a ver al del edificio de al lado para comparar. Dos sillas metálicas, una mesita alta de vidrio y un jarrón apoyado. Este es un palier de paso; en el otro daban ganas de quedarse un rato con las visitas a tomarse un vermouth. Parecía un palier de otra época incluso. Este es frío, moderno y poco sociable. ¿Así somos ahora? ¿O así es como los decoradores de paliers creen que somos? ¿O así son los decoradores de paliers?
Me dan ganas de ser fotógrafo y hacer una serie de fotos de paliers.
A lo lejos veo acercarse a una mujer de rulos a paso rápido. Inmediatamente pienso en Clara, una chica que vi tres veces en toda mi vida. Me sorprende acordarme de su nombre: yo pocas veces recuerdo los nombres. Pero tengo la habilidad de conversar horas con alguien sin que lo note. Che es una palabra utilísima. Utilísima es una palabra extraña. Es raro que la hayan utilizado para nombrar a un programa popular.
Es Clara nomás. Me reconoce ella también. Y sabe mi nombre. Está bueno que te reconozcan y sepan tu nombre. En el futuro voy a hacer un mayor esfuerzo.
Clara caminaba tambaleándose y confundida escuchando música.
-¿De dónde venís?
-De Matienzo, fui a ver a Alvy Singer. Me vine a pie y acá a dos cuadras un chico me preguntó la hora y nos quedamos charlandocaminando. Me dijo de tomar una cerveza en la casa.
-¿Y le dijiste que no?
-Yo tenía ganas de tomar otra cerveza, pero no quería generar algo que no iba a querer concretar. Ahora cuando llegue a casa quizás me tomo una.
-¿Me estás invitando?
-…
-Está bueno hablar con desconocidos en la calle. Habría que hacerlo más seguido.
Le conté las razones por las que estaba solo frente a un edificio con un palier poco sociable un lunes a las dos de la mañana. Le conté de mi colega y que me había imaginado subiendo a la casa de su ex como policías, tirando la puerta abajo para encontrar a la madre sosteniendo a la hija de nueve años de los talones por fuera de la ventana con los pelos apuntando nueve pisos más abajo.
-Mi amigo es un caso... Tiene 27 años pero habla de usted. Todo el tiempo habla de usted. Yo cuando estoy con él me contagio y no lo tuteo, pero es difícil mantener el personaje todo el tiempo.
-Con el tiempo te acostumbrás. Él seguro ya es personaje sin pensarlo. Yo tengo un amigo igual, quizás es el mismo. ¿El tuyo es el Puma?
- No, no es el Puma.
La llevo al edificio de al lado y le muestro la diferencia de los paliers. Ella dice que el de su edificio parece un telo. Y que su casa también parece un telo. Eso según su mamá. Igual a ella tampoco le gusta. A fin de año se muda.
-¿A vos te gustaban las chicas no?
-Sí, pero ahora mismo no estoy de novia.
-¿Te gustan las chicas a veces o todo el tiempo? Porque cada tanto yo intuyo cierta cosquilla entre nosotros y me agarra la duda. ¿Estás segura?
-Segura segura no se está nunca.
Llega mi colega y los presento. Está tranquilo.
-Me deja solo cinco minutos y ya estoy hablando con una chica, ¿vio? Soy un crack. ¿Cómo estaba la madre de su hija?
-Tranquila por suerte.
-¿Cómo te imaginaste que iba a estar?
-Golpeándose la cabeza contra la pared. Ya me ha sucedido.
-Yo me golpeaba la cabeza contra la pared de chico. Una vez, en realidad, en la primaria.
-¿Por qué?
-Me sacaron del aula por hablar en clase y cuando estaba afuera me choqué la cabeza contra la pared unas cuantas veces para recriminarme. Yo era buen alumno. No lo hice con potencia, pero era la misma pared del aula y del otro lado retumbaba. La maestra salió, me vio y me hizo entrar. Me dijo que no haga eso, que eso mata las neuronas y las neuronas no vuelven a crecer. Eso me quedó grabado. Las neuronas se mueren y en un momento uno puede quedar tonto. Es tonto pensarlo todavía, pero me quedó. Todos en la clase se rieron.
Mi colega dice que su ex es muy loca. Le da mucho miedo lo que pueda hacer con su hija, pero para conseguir la tenencia la madre tiene que ser falopera o algo así.
Además, no quiere que la hija pase por eso.
-¿Antes no era loca?
-Siempre fue loca. A los dieciocho años solía tirarse en la calle. A mi me encantaba eso. Ahora ya no.
-Yo me tiré una vez en la calle. Bueno, en la vereda.
-¿Por qué?
-Mi novia de ese entonces me contó que había comido conejo. Yo tuve conejos de mascota, entonces la acusé de ser comemascotas. Fue una discusión en burla, pero en algún momento ella se la tomó en serio y pretendía que le pidiera perdón. Me tiré en la vereda (tenía una mochila grande que me acolchó la caída) para bajarle el dramatismo. Y funcionó: la hice sonreír. Pero siempre me quedó la duda: ¿Dónde trazamos la línea de las mascotas? ¿Los patos son mascotas? ¿Se puede comer pato sin ser comemascotas?
-Un amigo mío tenía un sapo de mascota -dice Clara.
-¿Y se lo comió su novia?
-No, no tenía novia. Era objetivamente feo.
-Yo tenía un amigo que agarraba cada sapo que veía –dice mi colega-. A mi me dan asco.
-A mí me dan asco los caracoles. De chica me regalaron una caja de zapatos y cuando la abrí estaba llena de caracoles. La tiré al piso y me persiguieron con la caja.
-A mi también me dan asco los caracoles –digo yo-. Me imagino a uno deslizándose por mi brazo y se me eriza a piel. Además no entiendo cómo siendo tan lentos apenas hay humedad aparecen. ¿De dónde salen? ¿Dónde estaban antes? ¿En el campo? ¿Cómo llegaron tan rápido?
-Se materializan ahí mismo. Cae una gota de agua y emerge un caracol.
-No tengo cigarrillos, ¿me acompañan a comprar?
Acompañamos a Clara a comprar cigarrillos a la Shell que queda a dos cuadras. En el trayecto nos cuenta que esta semana le robaron entre cuatro. ¿Con pistola? No, las armas eran sus manos. Pero eran manos largas.
La trataron bien, con respeto. Pero ella les pidió que le dejen los apuntes y se los llevaron.
-¿Para qué? Si están apurados por el robo se entiende, pero sino… qué gente jodida.
-Pasa que si te hacen un favor es el primer paso para hacerse amigos. Después les da lástima robarle a un amigo y en una de esas se arrepienten –dice él.
-A un amigo mío le pasó que le quiso robar un amigo –cuento yo-. Él trabajaba de delivery en una pizzería. Pidieron una de muzzarella y cambio de cien. Cuando llegó a la dirección lo esperaban en la puerta del edificio para robarle el cambio. Era un amigo suyo de la secundaria y se quedaron hablando. Al final, decidieron no robarle.
-¿Vio? No conviene hacerse amigo de la víctima.
-No sé, ¿no te acordás de Por fin me la quité de encima? Gran comedia con Danny De Vito y Bette Midler. Creo que ella se hacía amiga de sus secuestradores y la peli tenía final feliz. Era de Hollywood.
-Yo tengo tres amigos de la secundaria que están en cana.
-¿A qué secundaria fuiste? Así no mando a mis hijos.
-¿Vos también tenés hijos? –pregunta ella.
-No, pero ya los planifiqué. Se exactamente cómo los quiero. Y planifiqué también la decepción al descubrir que al final resultaron ser nada que ver.
Volvemos. En la Shell hay un taxista durmiendo en su asiento con la cabeza para atrás.
-No me gusta la gente que duerme con la boca abierta. Parecen muertos.
Nos separamos de Clara, se va para la casa.
-Si querés cambiar de equipo avisame –le grito.
Parece que no, por su expresión.
Mi colega me pide de volver caminando así se despabila un poco. Me da las gracias por acompañarlo; le pregunto si la exageración es parte de su personalidad.
-No es por mí, es ella. Cuando éramos novios nos peleamos en todas las avenidas. En avenida Libertador, en Cabildo, Cordoba y Callao. Eso deberíamos meterlo en algún capítulo. Una vez una señora se metió y me dijo que no le grite. ¿Usted qué sabe señora? Quizás ella se merece que le griten, le contesté. No sé de dónde salió que las mujeres son el sexo débil, con todo lo que nos hacen sufrir...
-¿Pero qué imagen tenías en la cabeza hoy antes de llegar?
-Policías o bomberos en la puerta del edificio. Ella en la calle con el refrigerador abierto o toda la comida en bolsas. Mi nena de su mano…
-Se nota que le gusta el cine. Querés una vida de película.
-Me gustan las chicas que son cinematográficas.
La noche estaba ideal para caminar. Pienso que hay que salir más a caminar de noche. El tema es buscar la excusa: tengo que comprarme un perro.
En el camino de regreso hablamos de que viene McCartney. McCartney es un genio melódico. Pero es medio tontón. Es un genio tontón. Extraña combinación. ¿Alejandro Lerner es el McCartney argentino? Salvando las distancias, claro. Y más distancia de maratón que de cien metros llanos.
De alguna manera llegamos a la leyenda que cuenta que Bob Dylan les convidó el primer porro a Los Beatles. Es raro que hayan tardado tanto en probar. Concluímos que antes no era tan accesible la marihuana, y la música evolucionaba a la par que se descubrían las nuevas drogas. Enseguida decidimos que Ballad of a thin man es de nuestras canciones favoritas y que Dylan le puso el cerebro al rock. Antes el rock hablaba de salir con chicas y quererse mucho.
Llega su colectivo y me despide con la frase de siempre:
-Chau, después hablamos.
Vuelvo a casa, la compu está encendida. Sobre el escritorio está el vaso de agua. No está tibia. Tomo un trago y me pongo a escribir esto mismo.
Hay noches que merecen ser escritas, aunque no signifiquen demasiado.
-¿Querés tomar algo?
-Agua, si tiene.
Abro la heladera para servirle.
-¿No tiene agua tibia?
-¿Tibia?
-Sí, de la canilla está bien. Me gusta tibia.
Le apoyo el vaso sobre el escritorio mientras él chequea sus mensajes en el celular y cambia de expresión en un segundo. Hay un mensaje desesperado de su ex, la madre de su hija, porque se quedó sin luz y se le iba a pudrir toda la compra del supermercado. Él llama, ella no atiende. Por su nueva expresión -terror, manos temblorosas, ¿posible desmayo? -parece que está pasando algo más grave que una leche cortada.
-Usted no la conoce, ella es capaz de cualquier cosa. Me voy a tener que ir.
Le abro la puerta, está nerviosoparonoico.
-¿No me acompañaría?
-¿Yo? ¿Para qué?
-Para asegurarme de que todo esté bien. Es acá cerca.
Tiene miedo en los ojos, no se por qué. ¿Qué estará pensando?
- No se en qué puedo ayudar a ir a lo de tu ex. ¿Para calmarla? ¿Por si quiere atacarte? ¿Para hacer de buffer entre ustedes?
-Me sentiría más tranquilo si viniera.
No se si exagera o algo terrible nos va a suceder. De todas maneras, cuando se pide un favor así por primera vez, hay que hacerlo.
La próxima quedará asentado el antecedente.
Bajamos y me dice de tomarnos un taxi.
-¿No era acá nomás?
-Sí, acá. Treinta cuadras.
Me lo quedo mirando. Es de noche, bien tarde, y no se a dónde me está llevando.
-Yo pago la ida y la vuelta.
Sigo mirándolo en silencio. Quiero que me explique por qué me necesita.
-Ni siquiera tiene que bajarse del taxi: salgo, le hago la señal de que está todo ok y se vuelve.
Me subo.
En el viaje no hablamos. Él está imaginando lo que nos encontraremos al llegar, yo miro por la ventana el movimiento de la ciudad. Es un lunes a las dos de la mañana y en la calle hay gente yendo y viniendo para encontrarse. Si estuviéramos en un pueblo habría oscuridad total y algún que otro perro vagabundo. Si estuviéramos en el campo, silencio de muerte y mil estrellas. Si estuviéramos en Europa, frío helado y todo cerrado. Buenos Aires tiene sus ventajas. A veces nos olvidamos.
Llegamos. Me abre la puerta para que baje del taxi, por supuesto.
Vamos al portero del edificio y tocamos timbre.
-El tema es que si no hay luz no le va a sonar el portero.
-¿No trajiste la llave?
-No la tengo.
-¿Y a qué vinimos?
Alguien atiende y dice algo que no llego a escuchar. Él suspira aliviado.
-Ahora baja. Parece que está todo bien. ¿Quiere esperar a media cuadra?
Me lo quedo mirando en silencio por tercera vez esta noche. Voy.
Estoy a media cuadra imaginando a su ex. ¿Estará toda despeinada? ¿Tendrá una bolsa con carne descongelada en la mano? Mientras tanto veo el palier del edificio que está a media cuadra de mi colega y su ex mujer. Hay dos sillones individuales de pana verde, una alfombra roja, una lámpara de pie. Parece un living de abuelos buenos. ¿Quién decora los paliers? ¿Existirá un curso intensivo para decoradores de paliers?
Voy a ver al del edificio de al lado para comparar. Dos sillas metálicas, una mesita alta de vidrio y un jarrón apoyado. Este es un palier de paso; en el otro daban ganas de quedarse un rato con las visitas a tomarse un vermouth. Parecía un palier de otra época incluso. Este es frío, moderno y poco sociable. ¿Así somos ahora? ¿O así es como los decoradores de paliers creen que somos? ¿O así son los decoradores de paliers?
Me dan ganas de ser fotógrafo y hacer una serie de fotos de paliers.
A lo lejos veo acercarse a una mujer de rulos a paso rápido. Inmediatamente pienso en Clara, una chica que vi tres veces en toda mi vida. Me sorprende acordarme de su nombre: yo pocas veces recuerdo los nombres. Pero tengo la habilidad de conversar horas con alguien sin que lo note. Che es una palabra utilísima. Utilísima es una palabra extraña. Es raro que la hayan utilizado para nombrar a un programa popular.
Es Clara nomás. Me reconoce ella también. Y sabe mi nombre. Está bueno que te reconozcan y sepan tu nombre. En el futuro voy a hacer un mayor esfuerzo.
Clara caminaba tambaleándose y confundida escuchando música.
-¿De dónde venís?
-De Matienzo, fui a ver a Alvy Singer. Me vine a pie y acá a dos cuadras un chico me preguntó la hora y nos quedamos charlandocaminando. Me dijo de tomar una cerveza en la casa.
-¿Y le dijiste que no?
-Yo tenía ganas de tomar otra cerveza, pero no quería generar algo que no iba a querer concretar. Ahora cuando llegue a casa quizás me tomo una.
-¿Me estás invitando?
-…
-Está bueno hablar con desconocidos en la calle. Habría que hacerlo más seguido.
Le conté las razones por las que estaba solo frente a un edificio con un palier poco sociable un lunes a las dos de la mañana. Le conté de mi colega y que me había imaginado subiendo a la casa de su ex como policías, tirando la puerta abajo para encontrar a la madre sosteniendo a la hija de nueve años de los talones por fuera de la ventana con los pelos apuntando nueve pisos más abajo.
-Mi amigo es un caso... Tiene 27 años pero habla de usted. Todo el tiempo habla de usted. Yo cuando estoy con él me contagio y no lo tuteo, pero es difícil mantener el personaje todo el tiempo.
-Con el tiempo te acostumbrás. Él seguro ya es personaje sin pensarlo. Yo tengo un amigo igual, quizás es el mismo. ¿El tuyo es el Puma?
- No, no es el Puma.
La llevo al edificio de al lado y le muestro la diferencia de los paliers. Ella dice que el de su edificio parece un telo. Y que su casa también parece un telo. Eso según su mamá. Igual a ella tampoco le gusta. A fin de año se muda.
-¿A vos te gustaban las chicas no?
-Sí, pero ahora mismo no estoy de novia.
-¿Te gustan las chicas a veces o todo el tiempo? Porque cada tanto yo intuyo cierta cosquilla entre nosotros y me agarra la duda. ¿Estás segura?
-Segura segura no se está nunca.
Llega mi colega y los presento. Está tranquilo.
-Me deja solo cinco minutos y ya estoy hablando con una chica, ¿vio? Soy un crack. ¿Cómo estaba la madre de su hija?
-Tranquila por suerte.
-¿Cómo te imaginaste que iba a estar?
-Golpeándose la cabeza contra la pared. Ya me ha sucedido.
-Yo me golpeaba la cabeza contra la pared de chico. Una vez, en realidad, en la primaria.
-¿Por qué?
-Me sacaron del aula por hablar en clase y cuando estaba afuera me choqué la cabeza contra la pared unas cuantas veces para recriminarme. Yo era buen alumno. No lo hice con potencia, pero era la misma pared del aula y del otro lado retumbaba. La maestra salió, me vio y me hizo entrar. Me dijo que no haga eso, que eso mata las neuronas y las neuronas no vuelven a crecer. Eso me quedó grabado. Las neuronas se mueren y en un momento uno puede quedar tonto. Es tonto pensarlo todavía, pero me quedó. Todos en la clase se rieron.
Mi colega dice que su ex es muy loca. Le da mucho miedo lo que pueda hacer con su hija, pero para conseguir la tenencia la madre tiene que ser falopera o algo así.
Además, no quiere que la hija pase por eso.
-¿Antes no era loca?
-Siempre fue loca. A los dieciocho años solía tirarse en la calle. A mi me encantaba eso. Ahora ya no.
-Yo me tiré una vez en la calle. Bueno, en la vereda.
-¿Por qué?
-Mi novia de ese entonces me contó que había comido conejo. Yo tuve conejos de mascota, entonces la acusé de ser comemascotas. Fue una discusión en burla, pero en algún momento ella se la tomó en serio y pretendía que le pidiera perdón. Me tiré en la vereda (tenía una mochila grande que me acolchó la caída) para bajarle el dramatismo. Y funcionó: la hice sonreír. Pero siempre me quedó la duda: ¿Dónde trazamos la línea de las mascotas? ¿Los patos son mascotas? ¿Se puede comer pato sin ser comemascotas?
-Un amigo mío tenía un sapo de mascota -dice Clara.
-¿Y se lo comió su novia?
-No, no tenía novia. Era objetivamente feo.
-Yo tenía un amigo que agarraba cada sapo que veía –dice mi colega-. A mi me dan asco.
-A mí me dan asco los caracoles. De chica me regalaron una caja de zapatos y cuando la abrí estaba llena de caracoles. La tiré al piso y me persiguieron con la caja.
-A mi también me dan asco los caracoles –digo yo-. Me imagino a uno deslizándose por mi brazo y se me eriza a piel. Además no entiendo cómo siendo tan lentos apenas hay humedad aparecen. ¿De dónde salen? ¿Dónde estaban antes? ¿En el campo? ¿Cómo llegaron tan rápido?
-Se materializan ahí mismo. Cae una gota de agua y emerge un caracol.
-No tengo cigarrillos, ¿me acompañan a comprar?
Acompañamos a Clara a comprar cigarrillos a la Shell que queda a dos cuadras. En el trayecto nos cuenta que esta semana le robaron entre cuatro. ¿Con pistola? No, las armas eran sus manos. Pero eran manos largas.
La trataron bien, con respeto. Pero ella les pidió que le dejen los apuntes y se los llevaron.
-¿Para qué? Si están apurados por el robo se entiende, pero sino… qué gente jodida.
-Pasa que si te hacen un favor es el primer paso para hacerse amigos. Después les da lástima robarle a un amigo y en una de esas se arrepienten –dice él.
-A un amigo mío le pasó que le quiso robar un amigo –cuento yo-. Él trabajaba de delivery en una pizzería. Pidieron una de muzzarella y cambio de cien. Cuando llegó a la dirección lo esperaban en la puerta del edificio para robarle el cambio. Era un amigo suyo de la secundaria y se quedaron hablando. Al final, decidieron no robarle.
-¿Vio? No conviene hacerse amigo de la víctima.
-No sé, ¿no te acordás de Por fin me la quité de encima? Gran comedia con Danny De Vito y Bette Midler. Creo que ella se hacía amiga de sus secuestradores y la peli tenía final feliz. Era de Hollywood.
-Yo tengo tres amigos de la secundaria que están en cana.
-¿A qué secundaria fuiste? Así no mando a mis hijos.
-¿Vos también tenés hijos? –pregunta ella.
-No, pero ya los planifiqué. Se exactamente cómo los quiero. Y planifiqué también la decepción al descubrir que al final resultaron ser nada que ver.
Volvemos. En la Shell hay un taxista durmiendo en su asiento con la cabeza para atrás.
-No me gusta la gente que duerme con la boca abierta. Parecen muertos.
Nos separamos de Clara, se va para la casa.
-Si querés cambiar de equipo avisame –le grito.
Parece que no, por su expresión.
Mi colega me pide de volver caminando así se despabila un poco. Me da las gracias por acompañarlo; le pregunto si la exageración es parte de su personalidad.
-No es por mí, es ella. Cuando éramos novios nos peleamos en todas las avenidas. En avenida Libertador, en Cabildo, Cordoba y Callao. Eso deberíamos meterlo en algún capítulo. Una vez una señora se metió y me dijo que no le grite. ¿Usted qué sabe señora? Quizás ella se merece que le griten, le contesté. No sé de dónde salió que las mujeres son el sexo débil, con todo lo que nos hacen sufrir...
-¿Pero qué imagen tenías en la cabeza hoy antes de llegar?
-Policías o bomberos en la puerta del edificio. Ella en la calle con el refrigerador abierto o toda la comida en bolsas. Mi nena de su mano…
-Se nota que le gusta el cine. Querés una vida de película.
-Me gustan las chicas que son cinematográficas.
La noche estaba ideal para caminar. Pienso que hay que salir más a caminar de noche. El tema es buscar la excusa: tengo que comprarme un perro.
En el camino de regreso hablamos de que viene McCartney. McCartney es un genio melódico. Pero es medio tontón. Es un genio tontón. Extraña combinación. ¿Alejandro Lerner es el McCartney argentino? Salvando las distancias, claro. Y más distancia de maratón que de cien metros llanos.
De alguna manera llegamos a la leyenda que cuenta que Bob Dylan les convidó el primer porro a Los Beatles. Es raro que hayan tardado tanto en probar. Concluímos que antes no era tan accesible la marihuana, y la música evolucionaba a la par que se descubrían las nuevas drogas. Enseguida decidimos que Ballad of a thin man es de nuestras canciones favoritas y que Dylan le puso el cerebro al rock. Antes el rock hablaba de salir con chicas y quererse mucho.
Llega su colectivo y me despide con la frase de siempre:
-Chau, después hablamos.
Vuelvo a casa, la compu está encendida. Sobre el escritorio está el vaso de agua. No está tibia. Tomo un trago y me pongo a escribir esto mismo.
Hay noches que merecen ser escritas, aunque no signifiquen demasiado.
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